“No tenemos otra elección que pedir un esfuerzo, pero yo lo pediré a los más favorecidos, no al conjunto de los franceses”, prometió Hollande en una multitudinaria conferencia de prensa celebrada en la Casa de los Metalúrgicos de París, donde expuso sus 60 propuestas de gobierno. “La justicia será el único criterio de nuestra acción”, declaró.
François Hollande hizo suyos los compromisos de reducción del déficit público –al 3% en 2013, con el objetivo de alcanzar el equilibrio presupuestario en 2017– y de disminución de la deuda adquiridos con el resto de los socios de la Unión Europea. Pero a diferencia de lo que se ha decidido en otros países, como España o Italia, para conseguirlo el candidato socialista no propone una draconiana cura de austeridad, sino un aumento de los impuestos. Los 29.000 millones de euros necesarios para cumplir con la reducción del déficit –“sea cual sea el futuro Gobierno”–, Hollande pretende obtenerlos de un aumento de la presión fiscal sobre las rentas más altas y las grandes empresas. “El debate no es si hay que encontrar o no estos 29.000 millones, sino quién va a pagarlos”, subrayó el candidato socialista. El mayor esfuerzo, según precisó, recaerá en las empresas (17.300 millones) y el resto (11.800 millones) en las familias. A ello habrá que añadir aún 20.000 millones más para financiar algunas de las medidas del programa socialista, que no reduce sino que aumenta el gasto.
Las medidas que piensa aplicar inmediatamente Hollande si sale elegido son elevar el tipo del Impuesto sobre la Fortuna –anulando la reforma de Sarkozy–: introducir un nuevo tipo marginal del 45% en el Impuesto de la Renta para ingresos superiores a 150.000 euros anuales por persona; rebajar drásticamente las desgravacions fiscales –limtándolas a un máximo de 10.000 euros–; igualar la imposición sobre el capital con la imposición sobre las rentas del trabajo –ahora más penalizadas–, y disminuir para las familias con rentas más altas el efecto reductor del llamado cociente familiar, que permite dividir la renta total por el número de integrantes de la familia.
El partido de Nicolas Sarkozy, la Unión por un Movimiento Pipular (UMP), salió ayer en tromba contra Hollande, multiplicando las declaraciones y los comunicados para intentar descalificar el proyecto del candidato socialista y –sobre todo– acusarle de concentrar el aumento de los impuestos sobre las clases medias, verdadero cuerpo central del electorado donde va a jugarse la elección. Hollande reaccionó enseguida: “Quieron tranquilizar a las clases medias –dijo–. Las clases medias ya no pueden más y lo comprendo. Serán protegidas. Los más gravados serán los ricos, los mismos que han recibido hasta ahora los regalos fiscales”, afirmó.
Por otro lado, el Impuesto de Sociedades será también reformado, con el fin de reducir la imposición sobre las pequeñas y medianas empresas, e incrementarla sobre las grandes. Las empresas perderán también exoneraciones fiscales, entre ellas la que libera las horas extras, una reforma capital de Sarkozy para desactivar en la práctica la semana de 35 horas. Los bancos, por su parte, verán aumentado el gravámen sobre sus beneficios en un 15%.
En el capítulo económico, Hollande incluyó también un importante paquete de medidas a nivel financiero: reforma del sistema bancario –con el fin de separar las actividades de depósito de las especulativas–; prohibición de los productos financieros tóxicos; prohibición para los bancos de toda relación económica en paraísos fiscales, y aprobación de una tasa sobre las transacciones financieras de ámbito europeo. Quizá no le cueste mucho convencer a la canciller alemana, Angela Merkel, de esta medida. Más difícil le será persuadirla de renegociar el tratado europeo sobre disciplina presupuestaria y fiscalidad, crear “euro-obligaciones” y aumentar la intervención del Banco Central Europeo.
Para reactivar el crecimiento económico, Hollande propone crear un Banco público de Inversiones, facilitar la financiación de las pequeñas y medianas empresas –además de aligerarles la carga fiscal–, ayudar a las empresas más expuestas a la competencia exterior a condición de seguir produciendo en Francia, así como potenciar la investigación y la innovación. Con este fin promoverá un Pacto Productivo con los interlocutores sociales. Para combatir el paro, el candidato socialista propone instaurar los llamados contratos-generación (que ofrecerán una doble exoneración a las empresas cuando asocien la contratación de un joven con la continuidad de un senior) y crear 150.000 empleos asistidos.
En materia de gasto público, Hollande pondrá fin a la política de Sarkozy de amortizar uno de cada dos empleos públicos vacantes por jubilación. Y además anunció la contratación de 12.000 nuevas personas al año en el sector de la Educación –hasta 60.000– y de 1.000 empleos anuales nuevos en la policía y la justicia. También retocará la reforma de las pensiones para que todos los trabajadores que han cotizado todas las anualidades requeridas puedan jubilarse con la pensión completa a los 60 años. A nivel simbólico, Hollande prometió rebajar un 30% el salario del jefe del Estado y de los ministros.
La cuestión de los salarios en general y del salario mínimo (Smic) en particular quedará para más adelante. Hollande indicó que sólo si se recupera el crecimiento, en la segunda parte del quinquenato, podrá “irse más lejos en la redistribución”.
Adelantándose a las críticas, Hollande aseguró que todas las medidas anunciadas porán ser financiadas y que sus cálculos sobre la evolución de la economía –con una previsión de crecimiento para este año del 0,5%– son “prudentes y realistas”. “No prometo nada que no pueda cumplir. Todo lo que se ha dicho será hecho. Nada más, pero tampoco nada menos”, remarcó.
Arranque fulgurante en los sondeos
La entrada oficial de Hollande en campaña –oficial, puesto que lleva ya un año en ello– no ha podido ser más conseguida para el candidato socialista, que ayer presentó su programa presidencial. Su primer gran mitin, celebrado el pasado domingo en Le Bourget, ha reforzado su imagen y sus expectativas de voto. Si hace un mes, Sarkozy había recuperado el terreno perdido poniéndose a sólo tres puntos de su rival, Hollande ha vuelto a distanciarle y le saca ahora seis puntos.
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