Reducción de las cotizaciones patronales para disminuir los costes laborales y reforzar la competitividad de las empresas –a costa de aumentar en 1,6 puntos el tipo normal del IVA–; incremento en un 30% del aprovechamiento urbanístico para reactivar el sector de la construcción de viviendas; creación de un Banco de la Industria para facilitar la financiación de proyectos empresariales; refuerzo de las exigencias para la contratación de jóvenes en aprendizaje; instauración de un impuesto sobre las transacciones financieras... son las medidas anunciadas anoche por Sarkozy, que justificó la urgencia de este plan de acción anticrisis para combatir un paro que ha aumentado en 500.000 personas desde 2008 y roza actualmente el 10%. “Yo no acepto la fatalidad”, afirmó.
Sarkozy aprovechó la ocasión para descartar un nuevo plan de austeridad y subrayó que las medidas de ahorro adoptadas por su Gobierno habrán permitido reducir el déficit en 2011 a un nivel por debajo del previsto –del 5,4% o 5,3% en lugar del 5,7%–, lo que comparó con la situación en España: “Debían estar al 6% y están al 8%, lo que demuestra que cuando las medidas no se toman en el momento adecuado, después han de ser mucho más violentas”.
Se ha de ser un loco, o un jugador muy audaz, para anunciar a sólo 12 semanas de la cita con las urnas un aumento del IVA como hizo anoche Sarkozy, sin ninguna duda la medida más polémica. Enfundado en sus hábitos de presidente, interrogado por un plantel de cuatro periodistas en el Elíseo – en una entrevista difundida en directo por media docena de canales de televisión–, Sarkozy se presentó ante los franceses como el único capitán con experiencia y coraje suficientes para gobernar el paquebote Francia en plena tempestad y llevarlo a buen puerto. En ningún momento hizo pública su candidatura, paso que retrasará probablemente hasta finales de febrero o principios de marzo. “Yo soy el presidente de la República ”, remachó.
El plan expuesto anoche por Sarkozy cambia radicalmente el modelo de financiación del sistema de protección social instaurado en Francia tras la Segunda Guerra Mundial, al hacerlo descansar parcialmente sobre los impuestos generales. Con el objetivo de reforzar la competitividad de las empresas francesas, el proyecto presidencial consiste en financiar una parte de este coste subiendo el tipo normal del IVA en 1,6 puntos –del 19,6% al 21,2%– y aumentando en dos puntos la Contribución Social Generalizada (CSG) sobre las rentas financieras. Los 13.000 millones de euros que se recaudarán por esta vía permitirán aligerar en la misma medida las cargas sociales patronales. No así las de los trabajadores, que seguirán cotizando como hasta ahora.
La subida de IVA, una medida impopular que tendrá efectos sobre el coste de la vida, no se producirá antes de las elecciones, sino el 1 de octubre. Siempre que Sarkozy las gane, naturalmente, puesto que la izquierda está frontalmente en contra. Para el presidenciable socialista, François Hollande, la medida es “un mal principio y un mal instrumento”.
También entrará en vigor de forma diferida –el próximo mes de agosto– la tasa sobre las transacciones financieras, que Francia aplicará sin esperar necesariamente a un acuerdo de ámbito europeo. Este nuevo impuesto, a través del cual el Estado francés prevé recaudar 1.000 millones de euros anuales –que serán destinados a reducir el déficit–, gravará con un 0,1% la compraventa de títulos de todas las sociedades cotizadas en Francia –aunque la operación se produzca fuera–, así como los CDS (credit default swap) y “las compras especulativas por ordenador”. “Pretendemos provocar un shock y dar ejemplo”, dijo Sarkozy, quien añadió: “Es lógico que el sector financiero contribuya a enderezar las cuentas públicas que con su actuación contribuyó a desajustar”.
Las demás medidas serán presentadas en el Parlamento en febrero. Así la creación del Banco Industrial –dotado con 1.000 millones de fondos propios– como el aumento de un 30%, durante tres años, de la edificabilidad de todos los terrenos, y edificios ya construidos, destinados a vivienda. Sarkozy confía al ladrillo, un “sector no deslocalizable”, la reactivación económica.