Francia prepara sus armas para intervenir en Siria. Así lo
ha avanzó ayer tarde de forma implícita el presidente de la República, François
Hollande, frente a la conferencia anual de los embajadores franceses reunidos
en el Elíseo. “Francia está dispuesta a castigar a quienes han tomado la
decisión infame de gasear a inocentes”, afirmó Hollande, para quien apenas cabe
ninguna duda –a la espera del informe definitivo de los inspectores de la ONU- de
que el régimen sirio es el que está detrás del ataque con armas químicas en los
barrios del este de la capital que causó cientos de muertos, que calificó de
“acto abyecto”. “La masacre química de Damasco no puede quedar sin respuesta”,
zanjó.
Hollande, que ha mantenido contactos con la Casa Blanca y
con sus principales aliados europeos y árabes para analizar las diferentes
opciones de intervención, reunirá hoy al Consejo de Defensa para abordar los detalles
de la operación y prometió informar al Parlamento en breve plazo. En Francia,
el Gobierno no necesita la autorización previa de la Asamblea Nacional para aprobar
una intervención militar en el exterior, como la que decidió el pasado mes de
enero en Mali. Hollande anunció asimismo el aumento inmediato de la ayuda
militar y material a las fuerzas de la oposición.
El presidente francés juzgó intolerable que un gobierno
recurra a armas de destrucción masiva -“prohibidas por la comunidad
internacional hace 90 años”, recordó- en contra de su propia población y apeló
a la doctrina de las Naciones Unidas para defender el “deber de proteger a las
poblaciones civiles” en caso de conflicto armado como justificación de una
intervención. “Francia defiende el principio del respeto de la legalidad
internacional”, dijo, “pero el Derecho Internacional también debe evolucionar y
no puede ser un pretexto para no actuar”. Una objeción con la que pretende
salvar –moralmente y políticamente- el veto de Rusia en el Consejo de
Seguridad.
A juicio de Hollande, la guerra civil en Siria, que ha
causado ya más de 100.000 muertos, ha empezado a propagarse peligrosamente a
toda la región y representa “una amenaza para la paz mundial”. Su resolución,
ha admitido, sólo podrá ser política, pero esta a su vez -remarcó- sólo será
posible si la comunidad internacional actúa con “firmeza, claridad y
responsabilidad”.
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