viernes, 30 de agosto de 2013

Discursos y fragatas

Golpe de timón en el Elíseo. François Hollande, acompasando nuevamente su paso a los de Barack Obama y David Cameron, dio ayer un giro a su discurso público sobre la crisis en Siria y suavizó considerablemente sus declaraciones del martes. Aprovechando una reunión en París con el líder de la oposición siria, Ahmad Al-Assi Al-Jarba, presidente de la Coalición Nacional Siria (CNS), el presidente francés dejó colgado en un perchero el uniforme de general en jefe y se revistió con un terno diplomático.

Hollande trocó beligerancia por prudencia. Donde el martes había propuesto un “castigo” al régimen de Bachar el Asad por el uso de armas químicas contra la población civil ayer defendió una “solución política”, donde prometió ayuda “militar” a la oposición, ayer fue “humanitaria y material”. El fondo no parece haber cambiado tanto –el presidente francés insistió en que la comunidad internacional debe “frenar” la escalada de violencia en Siria–, pero la forma se ha moderado.

Mientras, los preparativos prosiguen. Francia –según reveló Le Point– envió ayer al Mediterráneo Oriental una de sus fragatas más modernas, Le Chevalier Paul, especializada en la lucha antiaérea. El buque no dispone de misiles de crucero para atacar en Siria, pero eso podría hacerse desde aviones Rafale o Mirage 2000, que pueden lanzar misiles Scalp a 250 kilómetros de distancia. Un portavoz del Ministerio de Defensa señaló que el ejército francés está “en posición de responder a las peticiones del presidente”.

A diferencia de Cameron, Hollande no se enfrenta a una gran oposición en el Parlamento –no al menos por el momento– y además no precisa de la autorización previa de las cámaras para decidir una intervención militar. Pero las voces políticas opuestas a una operación de estas características van creciendo en número y en calidad, y la opinión pública se muestra más que refractaria.

Un sondeo de Ifop publicado ayer por el diario Le Figaro –que en su editorial cuestionó frontalmente la intervención– señalaba que si bien el 55% de los franceses son favorables a una acción militar contra el régimen de Asad –por un 45% en contra–, una mayoría aún más amplia –del 59%– se opone a que Francia se comprometa militarmente.

El ex primer ministro Dominique de Villepin, heraldo de la oposición francesa a la guerra de Iraq en el 2003, publicó en el mismo rotativo una crítica tribuna en la que clamaba contra la “ilusión del atajo militar”. “¿Qué queremos realmente? ¿Castigar? No es el papel de un ejército, sino de un tribunal internacional. ¿Aliviar nuestra conciencia? Hacerlo a riesgo de agravar aún la situación de los civiles sería cínico”, escribía el ex jefe de Gobierno, para quien la intervención en Libia en el 2011 sirvió para armar a todos los yihadistas del Sahara y condujo a la guerra de Mali.



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