martes, 30 de agosto de 2011

El momento de Hollande

Un golpe de fortuna, una carambola, puede cambiar el destino de una persona. Es lo que le está pasando a François Hollande. El 14 de mayo pasado, mientras Dominique Strauss-Kahn sepultaba su futuro político en una lujosa suite del hotel Sofitel de Nueva York, estaba a la vez abriendo, sin saberlo, el camino del éxito al ex primer secretario del PS francés. Y quién sabe si, también, las puertas del Elíseo. La estrepitosa caída del ex director del Fondo Monetario Internacional (FMI), a quien una sustancial mayoría de franceses parecía inclinada a apoyar contra el actual presidente, Nicolas Sarkozy, en las elecciones de la próxima primavera, abrió un hueco que no ha tardado en ser ocupado. 
Los últimos sondeos demuestran que el favor de los electores socialistas se ha decantado del lado de Hollande, quien a seis semanas de la primera vuelta de las primarias del PS aventaja ampliamente a los otros cinco candidatos. Dos encuestas publicadas este fin de semana –de Ifop e Ipsos-Logica-, otorgan al nuevo favorito una intención de voto del 41/42%, muy por delante de la primera secretaria del partido, Martine Aubry (31%); de la presidenta de la región Poitou-Charentes y ya candidata  Elíseo en 2007, Ségolène Royal (13/18%), y de los diputados Manuel Valls (6/3%) y Arnaud Montebourg (5%), así como del outsider Jean-Michel Baylet (1%), presidente del Partido Radical de Izquierda y único no socialista en concurrir en las primarias.

Si Hollande se ha convertido de la noche al día en el nuevo favorito es fruto del azar, pero también de un trabajo intenso y un discurso bien pulimentado. El otrora discutido líder del PS lleva meses recorriendo Francia exponiendo un proyecto que combina rigor económico y equidad social, con el que ha logrado seducir al electorado que se identificaba con el perfil socialdemócrata de Strauss-Kahn.

A sus 57 años recién cumplidos, quien fuera apodado flanby por su blandura política –hasta el punto de ser incapaz de imponer su liderazgo en el PS pese a haber ocupado la jefatura durante once años (1997-2008)-, Hollande es un hombre nuevo, un mutante, que ha dado un vuelco radical a su vida personal –ex compañero sentimental y padre de cuatro hijos con Ségolène Royal, está hoy unido sentimentalmente a la periodista Valérie Trierweiler, de 46 años- y ha dado rienda suelta a su ambición política.

Frente al nuevo Hollande, Martine Aubry no consigue levantar el vuelo. La primera secretaria del PS, que no ha dejado pasar la ocasión de recordar la situación “penosa” en que su antecesor dejó el partido, parte con la desventaja de aparecer como una candidatura de recambio, lanzada a finales de junio, sobre la marcha, tras la neutralización política de Strauss-Kahn, con quien Aubry había establecido un pacto de desestimiento. La jefa de los socialistas cuenta con el apoyo de los principales barones, pero como sucedió en 2007, todo indica que las bases pueden desbordar a los aparatos. Más aún en esta ocasión, en que la votación es abierta a los simpatizantes.

En un difícil tercer lugar, Ségolène Royal, huérfana de muchos de los apoyos con los que  contó en el pasado, intenta transmitir la convicción de que todo es posible y de que es perfectamente capaz de reeditar la hazaña. Para lo cual no duda en desacreditar y acusar de “manipulación” a los mismos sondeos que la encumbraron hace cinco años.

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