1 de septiembre ha sido escogida simbólicamente por coincidir con el ascenso al poder del coronel Muamar el Gadafi en 1969. Sarkozy subrayó que las operaciones militares que coordina la OTAN proseguirán el tiempo que el CNT considere necesario.
Francia y el Reino Unido trabajan asimismo conjuntamente para aprobar na nueva resolución del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas con el fin de que el CNT pueda disponer de los fondos económicos libios extranjeros congelados por decisión de la ONU, según confirmó por la mañana el Ministerio de Asuntos Exteriores francés.
La estrategia francesa es diáfana. A la cabeza desde el primer momento de la intervención militar internacional en apoyo de la insurrección contra Gadafi, París pretende aprovechar ahora el estrecho contacto establecido con los dirigentes rebeldes para mantener ese mismo liderazgo en el proceso de reconstrucción política y económica de Libia. Nicolas Sarkozy, dubitativo ante las crisis en Túnez y Egipto, reaccionó con gran determinación y celeridad en el caso libio, y ahora recoge los frutos.
El presidente francés fue el primero en recibir en el Elíseo a los representantes del CNT –el 10 de marzo- y en reconocer oficialmente la legitimidad de las nuevas autoridades de Bengasi con el intercambio de embajadores, lo que le valió no pocas críticas de sus socios europeos por su supuesta precipitación. Sarkozy, impertérrito, trabajó con ahínco para forjar una amplia coalición internacional para intervenir en Libia y, fruto de su éxito, el 19 de ese mismo mes, tras una cumbre extraodrinaria celebrada en París, anunció personalmente desde el Elíseo el inicio de las operaciones militares.
En estos últimos cinco meses, Francia ha llevado el peso -junto con el Reino Unido y Estados Unidos- de la intervención internacional, en la que lleva ya gastados al menos 200 millones de euros. El ejército francés ha movilizado a su fuerza aérea y al grupo aeronaval del portaviones Charles de Gaulle, enviado a asesores y miembros de las fuerzas especiales a Libia para colaborar con los rebeldes, y suministrado armas.
Francia puede esperar, pues, cabalmente que su fuerte compromiso sea recompensado por las nuevas autoridades libias. Y las grandes empresas francesas, cona la petroleraTotal a la cabeza, empiezan ya a prepararse. En diciembre del 2007, durante una controvertida visita oficial de cinco días de Muamar el Gadafi a París, el Gobierno el francés firmó con el libio numerosos acuerdos económicos, por un montante global de 10.000 millones de euros, para suministrar material militar y aviones comerciales, desarrollar la energía nuclear y participar en la construcción de nuevas carreteras, plantas potabilizadoras y nuevas redes de distribución de electricidad… Francia no espera menos, seguramente, del futuro gobierno democrático.
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