París. 19/02/2011
Marine Le Pen da miedo a la derecha francesa. Tanto que ha empujado a Nicolas Sarkozy a embarcarse en un nuevo y azaroso debate en el terreno de la extrema derecha para intentar contrarrestar el ascenso de la nueva líder del Frente Nacional (FN). Un año después de la fallida discusión sobre la identidad nacional - aderezado por el debate sobre la prohibición del velo islámico-,el presidente francés ha decidido abrir otro sobre el papel del islam en Francia y los límites que la República debe imponer a los musulmanes. El tono lo dio personalmente Sarkozy en su última aparición televisiva con un grupo de ciudadanos: "No quiero minaretes ni llamadas a la plegaria en Francia", dijo, enlazando con las tesis que la extrema derecha está agitando en Francia y en Europa.
Desde su elección como presidenta del FN en sustitución de su padre, hace un mes, Marine Le Pen ha lanzado una fuerte ofensiva con el fin de aparecer ante la opinión pública como la principal defensora de la laicidad republicana frente a los desafíos de los integrismos religiosos. Su discurso es, en realidad, básicamente anti-islámico, como demostró su provocadora comparación de la ocupación de algunas calles por fieles musulmanes en la plegaria de los viernes con la ocupación nazi en los años cuarenta.
Su estrategia parece estar dando resultado. Un sondeo de Ifop publicado ayer por el diario France Soir otorga a Marine Le Pen una intención de voto - si las elecciones presidenciales se celebraran ahora-de entre el 19% y el 20%, algo no conseguido jamás por su padre (Jean-Marie Le Pen logró el 17% en 2002 cuando descabalgó al socialista Lionel Jospin de la primera vuelta). El sondeo coloca a la líder de la extrema derecha francesa muy cerca de Sarkozy (22-23%) yde la socialista Martine Aubry (22%), lo que ha disparado todas las alarmas. Según el estudio, el FN recuperaría el grueso de los votantes que Sarkozy le arrebató en las presidenciales del 2007 y arañaría un 18% de votos a la Unión por un Movimiento Popular (UMP)
El partido de Sarkozy abrirá, pues, el debate sobre el islam el próximo 5 de abril, para concluir el proceso - con la adopción de medidas concretas-en otoño, a pocos meses de las elecciones presidenciales de mayo del 2012.
El ex primer ministro Dominique de Villepin, criticó ayer duramente esta nueva iniciativa, que consideró peligrosa para la cohesión social. "No creo que se pueda hacer algo así sin consecuencias. Apelo a la responsabilidad de todos", afirmó. Otro ex primer ministro, Alain Juppé, actual titular de la cartera de Defensa, ha advertido por su parte: "Si nos lanzamos sobre este tema, ¡atención al aterrizaje!".
La apuesta de Sarkozy es muy arriesgada, y no únicamente por la crispación que puede generar. También lo es políticamente para el propio presidente francés, pues puede acabar alimentando precisamente a quien pretende combatir. Todo la agitación causada por los debates paralelos de la identidad nacional y de la prohibición del burka desembocó, en las elecciones regionales de marzo del año pasado, en un retroceso de la UMP de siete puntos - hasta el 26,7%-y una espectacular recuperación del FN, que después de haber quedado grogui en las legislativas del 2007 (4,3%), ascendió al 11,7%.
"Venga, un esfuerzo más, otro debate, otro blablablá sobre el islam y la laicidad, y pienso que efectivamente podremos llegar a la presidencial con el 25%", ironizó ayer Le Pen. Una broma que puede estar cargada de verdad.
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