La eventual derrota de Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales del 2012 –más que posile, probable, a tenor de todos los sondeos– aparece hoy marcada a fuego con tres letras: DSK. La figura del socialista Dominique Strauss-Kahn, reforzada en su vertiente de hombre de Estado por su papel al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI), se agranda en la misma medida que mengua la imagen del presidente francés, que ya ni siquiera parece capaz de utilizar la política internacional para catapultarse ante la opinión pública.
A diferencia de lo sucedido con la crisis financiera en 2008, frente a la que Nicolas Sarkozy desplegó sus mejores habilidades políticas, esta vez la cadena de insurrecciones populares en el mundo árabe parece haberle dejado fuera de juego, criticado incluso –algo inédito– por los diplomáticos del Quai d'Orsay, que esta semana publicaron una incendiaria tribuna en Le Monde contra la política exterior del Elíseo.
La desafección de los franceses es profunda. El 59% desearía que Sarkozy no se presentara a la reelección, según un sondeo del instituto CSA para BFMTV hecho público ayer. Lo mismo piensan –y ése es el principal problema del presidente– casi el 30% de los votantes de derecha.
Esa encuesta otorga a Dominique Strauss-Kahn una neta ventaja sobre Nicolas Sarkozy (28% a 23%) en la primera vuelta de las elecciones presidenciales si éstas tuvieran lugar hoy. Y en otro estudio de este mismo instituto, publicado días atrás por la revista Marianne, DSK vencería en la segunda ronda por un aplastante 61% a 39%. Exactamente la misma tendencia que apunta el sondeo de TNS-Sofres que saca esta semana Le Nouvel Observateur: el director del FMI humillaría al presidente francés por 63% a 37%.
El grado de erosión política de Nicolas Sarkozy es tal que –aunque en menor proporción– podría perder también frente a los socialistas Martine Aubry, François Hollande... y Ségolène Royal, su malograda rival en 2007.
De todos modos, el oponente más peligroso, si se decide a dar el paso, es Strauss-Kahn, que la semana pasada aprovechó la reunión del G-20 para pasearse por París, conceder diversas entrevistas y dejarse querer. La dureza de los ataques que el partido de Sarkozy, la UMP, ha empezado a lanzar contra el director del FMI dan la medida de su inquietud.
La incógnita, mientras tanto, sigue sin despejarse. La mujer de Strauss-Kahn, la ex periodista Anne Sinclair, ha dado pistas que dan a entender que efectivamente su marido se presentará a las primarias del PS para ser designado candidato al Elíseo. El director del FMI, no obstante –cargo obliga– guardará la reserva hasta el último momento.
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