sábado, 21 de junio de 2014

Robar en el piso equivocado

Hay fronteras que no deben ser traspasadas, so pena de poner la vida seriamente en peligro. Darius, el joven rumano de etnia gitana que fue salvajemente linchado hace una semana en la 'banlieue' norte de París, probablemente la traspasó sin saberlo. Ésta es, en principio, la hipótesis que maneja la policía, que parece descartar todo móvil racista en la agresión y se inclina por vincularla al oscuro mundo de la droga.

El joven 'rom', de 16 años, había sido señalado –con razón o sin ella– como el responsable del robo de una vivienda de la Cité des Poetes, un barrio conflictivo de Pierrefitte-sur-Seine (Sena-San Denís), que resultó ser de la madre de un notorio y violento narcotraficante, según informó ayer el canal de radio France Info citando fuentes de la investigación.

Los autores del linchamiento aún no han sido identificados –ni siquiera se conoce su número exacto– y la policía no ha practicado, pues, ninguna detención. En el barrio, como en tantos otros, impera la ley del silencio. Por camaradería, por miedo, nadie vio nada. Nadie sabe nada.

Darius vivía en un pequeño campamento levantado hace aproximadamente un mes junto a la carretera N-1, al otro lado de la Cité des Poetes, que había sido uno de los centros más importantes de tráfico de heroína del área de París. Según la fiscal del caso, Sylvie Moisson, eso ya no es así desde que hará un año empezaron los trabajos de reconstrucción urbanística del barrio. Lo cual no quiere decir –admitió– que la droga haya desaparecido.

Con la llegada de los 'roms', los habitantes de la Cité percibieron un aumento anómalo de los robos. El joven Darius no era ajeno a ellos. La policía le detuvo en cuatro ocasiones por este motivo, aunque ello no impidió que el adolescente –menor de edad– siguiera en libertad. Su último arresto fue el 4 de junio. Un grupo de vecinos lo pilló con las manos en la masa, mientras se llevaba de una vivienda un televisor bajo el brazo. Sólo la llegada de la policía evitó en ese momento que alguien se tomara la justicia por su mano. Pero únicamente fue una prórroga. Nueve días después se produjo el drama.

El viernes 13, alrededor de las ocho de la tarde, un robo en un piso del barrio –aparentemente, con un modesto botín en joyas– iba a desencadenar el mortal mecanismo de la venganza. Sorprendido por un niño de 11 años, el ladrón salió huyendo precipitadamente. ¿Era Darius? Las indicaciones del único testigo así parecían confirmarlo y, en cualquier caso, el vecindario ya le tenía perfectamente identificado. Así que no pasó mucho tiempo antes de que un grupo de habitantes del barrio –se habla de hasta una docena pero la policía no lo sabe a ciencia cierta– se dirigiera al campamento gitano y se llevara por la fuerza al joven. 

Secuestrado durante dos horas en el sótano de uno de los edificios de la Cité, sus captores empezaron reclamando un rescate –15.000 euros al principio, 5.000 al final– y acabaron infligiéndole una brutal paliza que lo dejó moribundo. Ingresado en coma en un hospital de París, el joven 'rom' sigue entre la vida y la muerte, pero estable.

Los agresores buscaban claramente matarle, pues concentraron todos sus golpes en la cabeza. Algunos de los vecinos que le encontraron, abandonado en un carrito de supermercado, tomaron algunas imágenes –la cara, completamente deformada por la violencia desatada contra él–, que han sido publicadas por el diario británico 'The Daily Telegraph'. Nadie en Francia lo ha hecho y la fiscal ha advertido que la legislación francesa de protección de menores prohíbe difundirlas.

La identidad de la víctima del robo en el piso –madre de un conocido delincuente, que la policía califica de “muy agresivo”– y el desarrollo posterior de los hechos –empezando por la petición de un rescate– hace sospechar a los investigadores que acaso el joven 'rom' pudo caer accidentalmente sobre un botín inesperado y mucho más valioso que el puñado de joyas citado. También muchísimo más comprometido...

Lo sucedido en la Cité des Poetes –un barrio de inmigración, con una elevadísima proporción de población extranjera, y altos niveles de paro, pobreza y delincuencia– pone nuevamente de relieve el extraordinario nivel de violencia que se da desde hace años en algunas zonas de las 'banlieues' francesas, donde la resistencia al robo, una banal discusión de tráfico o incluso una mirada de través puede acabar con un muerto sobre el asfalto. Sea blanco, negro, árabe o 'rom'.


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