viernes, 29 de noviembre de 2013

Villepin, fuego y llamas

¿Qué tienen en común una edición original de la Constitución francesa de 1791 y una primera edición de Los Miserables de Victor Hugo, un rarísimo ejemplar del poema Leaves of Grass de Walt Withman y el decreto del zar Alejandro II aboliendo la servidumbre en 1861, una primera edición de Memorias de guerra del general De Gaulle y un ejemplar de El hombre rebelde dedicado por el propio Albert Camus a Jean-Paul Sartre antes de enemistarse, una carta del emperador Carlos V datada en 1535 y la portada del diario L’Aurore de 1898 con el célebre Yo acuso de Émile Zola, una serie de fotografías originales de Churchill y Lenin, y carteles de la Comuna de París y de Mayo del 68, la primera edición del Tratado sobre la tolerancia de Voltaire de 1763 y uno de los primeros cuadernos de Tintín en el país de los soviets de 1930?

Todo ello forma parte de la biblioteca personal del ex primer ministro francés Dominique de Villepin, integrada por 542 libros, impresos, cartas, fotografías y carteles de los siglos XVI al XX, que entre ayer y hoy es subastada en la sala Drouot de París bajo el villepinesco título de Fuegos y llamas. Un recorrido íntimo y apasionado por algunos de los momentos y los personajes claves de la Historia occidental.

La venta de su biblioteca política viene a cerrar el ciclo iniciado por Dominique de Villepin hace cinco años, cuando tras culminar su trilogía sobre Napoleón I, vendió en subasta su amplia biblioteca napoleónica por un millón de euros. Una cifra inferior a la que podría obtener en esta ocasión...

Los motivos económicos tienen sin duda su peso en la decisión del ex primer ministro francés de desprenderse de su biblioteca: su actividad profesional como consultor internacional no pasa por su mejor momento –el año pasado sus beneficios se redujeron de 1,5 millones a 392.000 euros, según reveló recientemente Le Nouvel Observateur–. Pero hay también razones de tipo personal. “Es una forma de cerrar un capítulo, pero sobre todo de abrir uno nuevo”, explica Villepin en la introducción del catálogo. Abandonado hace dos años y medio por su mujer, Marie-Laure Le Guay, Villepin –que en algún momento barajó la idea de presentarse a las elecciones presidenciales del 2012– ha sido también abandonado por la política.

El fogoso ex primer ministro, célebre por su histórico discurso en las Naciones Unidas contra la guerra de Iraq en 2003, goza estos días de una inesperada –y fugaz– popularidad con el estreno de la película Quai d’Orsay, de Bertrand Tavernier, que adapta el exitoso cómic homónimo de Christophe Blain donde bajo los rasgos de un inventado Alexandre Taillard de Vorms se ve –más que se adivina– el carácter vehemente y egocéntrico de un tal Dominique Galouzeau de Villepin.

Pero los franceses ya lo han guardado en el baúl de los trastos viejos e inservibles: un sondeo reciente de BVA para Le Parisien constataba que el 75% de los ciudadanos no le quiere como candidato al Elíseo en el 2017 –lo ven demasiado aislado, snob, personalista y oportunista– y un 57% desea que se retire de la política.

Fascinado por los grandes hombres que han escrito la Historia, persuadido de su propia talla, para Villepin la venta de su biblioteca viene ser una manera de subrayar su desprecio por una época que juzga banal. “Una forma –escribe– de convencerme a mí mismo de que no hay fatalidad en la mediocridad política”.



miércoles, 27 de noviembre de 2013

Los viejos amantes del hotel Lutetia

Eran las 9.30 horas del viernes 22 cuando el camarero de planta del hotel Lutetia, uno de los históricos palaces de París, llamó a la puerta de la habitación ocupada por Bernard y Georgette Cazes. Llevaba el desayuno, tal como los huéspedes, ambos de 86 años, habían pedido la víspera. El matrimonio había llegado el jueves, con una pequeña maleta, pasadas las siete de la tarde y ya no había bajado a cenar. Habían reservado la habitación –a 266 euros– una semana antes por internet para una noche. No necesitaban más.

Cuando, extrañado por la falta de respuesta, el camarero abrió la puerta se encontró a la pareja tumbada en la cama, uno al lado del otro, cogidos de la mano. Muertos. Ambos tenían la cabeza cubierta con una bolsa de plástico. La habitación estaba pulcramente ordenada. Dos sobres depositados sobre la cómoda, uno con una carta manuscrita dirigida a la familia y otro mecanografiado destinado a la fiscalía, dejaban claramente a entender que se trataba de un suicidio.

“Mis padres habían tomado esta decisión hace varias decenas de años”, explicó el hijo mayor –el único hijo vivo de la pareja, puesto que el segundo murió de accidente de coche en 1976 a los 21 años– al diario Le Parisien, profundamente afectado. “Temían a la separación y a la dependencia mucho más que a la muerte”, añadió, sin explicar nada más sobre la enfermedad que amenazaba a su madre. Para los dos, pero especialmente para su madre, el hotel Lutetia tenía un significado particular. Porque fue allí donde Georgette se reencontró con su padre al final de la guerra tras cinco años de cautiverio en Alemania.

“La ley prohíbe el acceso a toda pastilla letal que permitiría una muerte dulce. ¿Mi libertad no está 
únicamente limitada por la de los demás? ¿En nombre de qué derecho se impide a una persona sin cargas, en regla con el fisco, que ha trabajado todos los años deseados y ha ejercido después como voluntaria en servicios sociales, con qué derecho se la obliga a prácticas crueles cuando quiere serenamente abandonar la vida?”, dejó escrito Georgette en su carta al fiscal, en la que presenta una demanda por trabas a su libertad. Más que un testamento, su misiva es un gesto de reivindicación. Un alegato.

Residentes en Issy-les-Molineaux, una población al sur de París, Bernard y Georgette Cazes –de soltera, Beros– se habían conocido en Burdeos, cuando estudiaban, y en sesenta años nunca más se separaron. Economista, Bernard fue jefe de estudios en el Comisariado del Plan y autor de varias obras económicas, antes de jubilarse y pasar a colaborar regularmente con la revista La Quinzaine littéraire. Su mujer, profesora de letras y de latín, había escrito también varios libros y manuales, y en el último tramo de su vida se dedicaba a colaborar con organizaciones sociales.

Ambos se han ido como Les amants d’un jour que cantó Edith Piaff: “Cogiéndose de la mano, los ojos cerrados, hacia otras mañanas llenas de sol”.


martes, 26 de noviembre de 2013

Irán respirará en diciembre

Los países occidentales empezarán a levantar las primeras sanciones contra Irán, fruto del acuerdo alcanzado este fin de semana en Ginebra sobre su programa nuclear, de forma inmediata. Así lo avanzó ayer el ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, quien precisó que la Unión Europea adoptará esta decisión el próximo mes de diciembre, y lo mismo hará –añadió– Estados Unidos. El levantamiento de sanciones será “limitado, selectivo y reversible”, declaró el titular del Quai d’Orsay a la emisora de radio Europe 1, donde explicó que en las próximas semanas los titulares de Exteriores de la UE se reunirán en Bruselas con este objetivo. El acuerdo firmado con Irán por los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU –EE.UU., Reino Unido, Francia, Rusia y China–, más Alemania, con una validez inicial se seis meses, prevé un levantamiento parcial de las sanciones adoptadas contra el régimen de los ayatolás en los últimos años a cambio de la paralización de aquellos aspectos del programa nuclear iraní que podrían conducir a la fabricación de la bomba atómica. Durante este tiempo, las partes deben buscar un acuerdo total y definitivo.

Teherán ha aceptado detener los trabajos de enriquecimiento de uranio por encima del 5% –límite suficiente para la generación de electricidad–, neutralizar sus depósitos de uranio enriquecido al 20% –que fácilmente podrían conducir a darle una utilidad militar–, no construir nuevas centrifugadoras para el enriquecimiento de uranio –aunque podrá mantener las 19.000 que ya tiene–, paralizar la construcción de la central de Arak –susceptible de producir plutonio para uso militar– y permitir el libre acceso de los inspectores de la agencia Internacional de la Energía Atómica (AIEA) a sus instalaciones.

Las condiciones aceptadas por Irán se aproximan mucho a las exigidas por Francia, como se cuidó de subrayar el presidente François Hollande el domingo. “Es un paso importante en la buena dirección”, consideró el jefe de Estado francés, que ha jugado fuerte en el dossier iraní. Hasta el punto de que hace quince días no dudó en abortar un acuerdo por considerar que las concesiones iraníes eran insuficientes. La actitud firme de París, criticada en privado por algunos diplomáticos occidentales, fue en cambio aplaudida en Israel y entre los republicanos norteamericanos. “Vive la France!”, llegó a escribir el senador y ex candidato a la Casa Blanca John McCain, para quien la postura de Hollande ponía en evidencia la debilidad de la administración de Barack Obama.

Los israelíes, que recibieron hace una semana al presidente francés como a un héroe, han enfriado considerablemente su entusiasmo con el papel de París, después de que éste diera su aval al acuerdo de este fin de semana, que el primer ministro Benjamin Netanyahu ha calificado de “error histórico”. El ministro de Finanzas, Yaïr Lapid, expresó ayer su decepción y se preguntó cómo Laurent Fabius –al que calificó de “verdadero amigo de Israel”– pudo levantar el dedo pulgar en señal victorias tras la conclusión del acuerdo, a cuyos ojos falta un elemento fundamental: el desmantelamiento de las centrifugadoras. Este es un asunto clave, pues Teherán se acoge a la letra del acuerdo para interpretar que hay un reconocimiento implícito del derecho de Irán al enriquecimiento de uranio. El secretario de Estado norteamericano, John Kerry, lo ha negado categóricamente, pero Laurent Fabius lo ha aceptado indirectamente al admitir que si no un “derecho” sí se ha reconocido la existencia de un “programa de enriquecimiento”, aunque sea sometido a “limitaciones precisas”.

Para Francia, la conclusión del acuerdo en los términos en que ha sido firmado constituye la validación de la estrategia aplicada en los últimos años –por Nicolas Sarkozy primero y por Hollande después–, consistente en una dura política de sanciones con el objetivo de forzar una negociación y evitar una intervención militar.
El dossier iraní conforta asimismo los esfuerzos de París por mantener su influencia internacional. Confrontada a una progresiva pérdida de peso económico, Francia está empeñada en mantener su peso en el mundo, lo que sustenta en su condición de miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU con derecho a veto, su capacidad militar –incluida aquí su potencia nuclear– y una red diplomática sólo superada por Estados Unidos.


Empresas a la espera

Los mercados financieros recibieron ayer con alzas generalizadas el acuerdo con Irán y las empresas occidentales se frotan ya las manos ante la posibilidad de volver a hacer negocios en Irán. En esta carrera, los franceses parten con mal pie, habida cuenta de la línea dura de París. Uno de los sectores que van a liberarse es el del automóvil, en el que Francia esta muy interesada. Antes de dejar el país en el 2012. Renault y PSA Peugeot-Citroën producían allí 600.000 vehículos.






viernes, 22 de noviembre de 2013

Paranoia antifascista

Abdelhakim Dekhar, el tirador del rifle, estaba obsesionado con la existencia de un supuesto “complot fascista” en el que los medios de comunicación y los periodistas tendrían un papel fundamental, al transmitir “mentiras” y participar en la “manipulación de las masas”. Esta fijación, expresada en una carta sin fecha hallada por la policía –donde también denuncia el capitalismo y ataca a los bancos– , podría explicar sus ataques contra BFMTV, Libération y la Société Générale.

Antiguo activista de la extrema izquierda, condenado en 1998 a cuatro años de cárcel por asociación de malhechores por sus vínculos con la pareja integrada por Florence Rey y Audry Maupin –responsables de la muerte de tres policías y un taxista en París cuatro años antes–, parecería que Dekhar, que ahora cuenta con 48 años, ha recuperado, si alguna vez las abandonó, las inquietudes políticas que enarbolaba cuando utilizaba Toumi como nombre de guerra.

La principal diferencia es que, en esta ocasión, parece haber actuado completamente en solitario. Ésta es al menos la convicción de los investigadores, según expresó ayer el fiscal de París, François Molins, quien dio a entender que el comportamiento de Abdelhakim Dekhar deberá ser objeto de un examen psiquiátrico. En la citada carta, confusa e incoherente, el tirador del rifle alude también a la situación en las banlieues y evoca los conflictos de Libia y Siria, para acabar reproduciendo un fragmento del Canto de los Partisanos. Molins recordó que ya en 1998 se le atribuyeron tendencias “fabulatorias” y “mitomaníacas”.

Desequilibrado o no, la fiscalía ha presentado en su contra los cargos de tentativa múltiple de asesinato y secuestro, por los ataques realizados entre el viernes y el lunes pasados en París, que causaron heridas de gravedad a un joven fotógrafo de Libération, y la retención de un automovilista al que obligó a trasladarle de La Défense a los Campos Elíseos.

Detenido la tarde del miércoles en un parking público subterráneo de Bois-Colombes, al noroeste de la capital francesa, Dekhar había ingerido medicamentos con el fin de suicidarse. En el coche se halló otra carta con sus últimas voluntades. Ingresado en un hospital, ayer mismo fue dado de alta y trasladado a la sede de la Brigada Criminal para ser interrogado. La policía, que tiene pruebas suficientes para inculparle –su ADN ha sido identificado en todos los escenarios de los ataques–, no ha hallado hasta ahora ni el arma utilizada, un rifle de caza de calibre 12, ni la indumentaria que llevó esos días.

Dekhar fue delatado por un amigo que lo había alojado en su casa de Courbevoie (periferia de París) entre el mes de julio y el 10 de noviembre pasados, después de identificarlo en las imágenes difundidas por la policía al regreso de un viaje de trabajo. En los últimos años, el tirador había vivido en Londres, donde había trabajado en un restaurante.




jueves, 21 de noviembre de 2013

Tirador del rifle, fin de la partida

El cazador ha sido cazado. La policía francesa detuvo a última hora de la tarde de ayer al tirador del rifle, que ha tenido a la ciudad de París en jaque desde que el lunes irrumpiera, armado con un rifle de caza, en los locales del diario Libération y disparara contra las personas presentes en el vestíbulo, hiriendo de gravedad a un joven fotógrafo. La fiscalía de París confirmó de madrugada que se trata de Abdelhakim Dekhar, que en 1998 fue condenado a cuatro años de cárcel por integrar la banda de Florence Rey y Audry Maupin, autores cuatro años antes del asesinato de tres policías y un taxista en la capital francesa. El ADN prueba su implicación en los ataques de los últimos días.

El sospechoso, detenido hacia las 19 horas en un parking público subterráneo del centro de Bois-Colombes (Altos de Sena) –una ciudad de la banlieue noroeste de París–, fue hallado en estado comatoso, probablemente a causa de la ingestión de medicamentos, que podría haber tomado con la intención de quitarse la vida, y trasladado a un hospital. Por esta razón, todavía no ha podido ser interrogado y se desconocen sus móviles.

El tirador del rifle intentó atacar el pasado viernes la sede del canal de información continua BFMTV, pero –acaso por un posible fallo de su arma– no llegó a disparar. Armado con un rifle de calibre 12 mm., utilizado para cazar jabalíes, el hombre cambió su objetivo y el lunes disparó –esta vez sí– en Libération, hiriendo de gravedad a un joven fotógrafo de 23 años, que está hospitalizado en estado crítico. Posteriormente, se desplazó a La Défense y disparó contra la sede de la Société Générale, sin causar heridos. Tras este último ataque, el hombre secuestró a un automovilista de 65 años y le obligó a conducirle hasta las Campos Elíseos, donde se perdió su pista.

Las muestras de ADN recogidas en todos estos escenarios –en los cartuchos y en la puerta del vehículo del secuestrado- coinciden con las del detenido, por lo que no hay ninguna duda sobre la autoría de los ataques. El ADN de Dekhar no figuraba en el Fichero Nacional de Huellas Genéticas, pues cuando fue condenado no se registraba de forma sistemática el ADN de los presos.

La policía recibió en las últimas cuarenta y ocho horas más de 900 llamadas de ciudadanos con presuntas informaciones o indicios sobre el tirador, pero el testimonio que parece haber sido definitivo para su localización llegó de la parte de un testigo que se acercó ayer tarde a la comisaría de Courbevoie –periferia oeste de París-, el municipio donde se levanta el barrio de negocios de La Défense, y explicó haber dado alojamiento al sospechoso. El alcalde de Bois-Colombes, Yves Révillon, aseguró que no el detenido no reside en el municipio.


miércoles, 20 de noviembre de 2013

El tirador tiene rostro y ADN

El misterioso tirador del rifle, que en los últimos días ha cometido atentados contra varios medios de comunicación franceses sigue huido, perdido, camuflado en algún rincón de la aglomeración de París, sin que la policía haya conseguido hasta ahora identificarle ni detenerle. La investigación, en la que el Ministerio del Interior ha volcado todos los medios a su disposición, ha permitido sin embargo obtener una muestra del ADN del individuo, del que existe también una nueva imagen donde puede apreciarse claramente su rostro.

La policía científica ha conseguido recuperar una muestra de ADN del sospechoso en el vehículo a cuyo conductor secuestró, poco después del mediodía del lunes, para que le llevara desde el barrio de negocios de La Défense hasta los Campos Elíseos. El testimonio de este hombre, que estuvo retenido por el tirador durante aproximadamente veinte minutos –los que tardó en completar el trayecto hasta su destino–, es una de las principales fuentes de información que están explotando los investigadores. Según su declaración, el sospechoso le explicó que acababa de salir de prisión, le dijo que además del rifle llevaba granadas de mano en una bolsa y le aseguró que estaba dispuesto a llegar hasta el final...

Si fuera cierto que ha estado en prisión, su identificación no debería resultar muy difícil, pues todos los presos están fichados con sus huellas genéticas. Pero si nunca ha sido fichado, el ADN no permitirá identificarle, aunque posteriormente ello pueda ser utilizado como prueba de cargo.

El individuo perpetró su primer acción a primera hora de la mañana del pasado viernes, cuando entró en la sede del canal de información BFMTV armado con un rifle de caza del calibre 12 mm. y amagó con disparar, sin que se sepa si el arma le falló. “La próxima vez no fallaré”, amenazó al marcharse. El mismo individuo volvió a la carga a media mañana del lunes, cuando entró en la sede del diario Libération y disparó contra los presentes en el vestíbulo, hiriendo de gravedad a un joven fotógrafo. Posteriormente, se trasladó hasta La Défense y disparó contra la fachada de la sede del banco Société Générale.

Las autoridades francesas difundieron ayer una nueva imagen del tirador del rifle en la que, por primera vez, puede vérsele claramente el rostro. Se trata, como ya avanzó anteayer el fiscal de París, François Molins, de un hombre de tipo europeo, de entre 35 y 45 años de edad, y de 1,70 a 1,80 m. de altura. Aunque siempre aparece cubierto, puede observarse que lleva el pelo corto y que tiene algunas canas. Sus cabellos, como dicen los franceses, son de color “pimienta y sal”.

Esta nueva imagen fue captada por una de las cámaras de vídeovigilancia de la RATP en la estación Pont de l’Alma del metro regional RER, lo que indica que después de bajar del coche, en la avenida de Georges V –cerca del hotel del mismo nombre–, por debajo de los Campos Elíseos, el sospechoso descendió a pie hasta el Sena y cruzó a la ribera izquierda del río. La línea C del RER conduce a numerosas ciudades de la banlieue de París, con finales en Pontoise, Versalles, Saint-Quentin-en-Yvelines, Massy-Verrières, Dourdant-la-Fôret y Saint-Martin-d’Étampes. A su paso por el centro de la capital francesa tiene media docena de enlaces.

La imagen del Pont de l’Alma, la última de la que la policía dispone del sospechoso, contiene un dato de enorme importancia: el tirador aparece en ella con una vestimenta diferente a la que llevaba cuando irrumpió en la sede de Libération y cuando, alrededor de una hora y media después, disparó contra la torre de la Société Générale. En lugar de una trenka de color caqui y una gorra de mismo color, luce en ella una cazadora roja y un gorro beige. Lo cual indica que antes de secuestrar al conductor en La Défense se cambió de ropa –que presumiblemente llevaba en la bolsa que cargaba en bandolera– con el fin de difuminar su rastro. Y confirma que sus acciones estaban meticulosamente preparadas.

La policía confía en que la colaboración ciudadana permita finalmente identificar al huido. Más de 400 personas han llamado ya al número de teléfono habilitado para recoger todos aquellos testimonios que puedan conducir a la captura del tirador. Alrededor de 120 de estos testimonios han retenido la atención de la policía, que realiza en cada caso las comprobaciones necesarias. Fruto de estas indagaciones, a media mañana de ayer fue detenida una persona en el distrito 7 de París, lo que dio lugar a una cierta confusión sobre el posible arresto del tirador. Posteriormente fue puesta en libertad sin cargos. La policía comprobó asimismo las coartadas de otras personas.

El ministro del Interior, Manuel Valls, recordó ayer que el tirador del rifle –un hombre solitario y determinado, que puede volver a actuar– representa “un verdadero peligro” y pidió de nuevo a los franceses a que comuniquen a la policía cualquier indicio. “No estaremos tranquilos hasta que no le hayamos puesto la mano encima”, afirmó.


El fotógrafo herido sale del coma

El joven ayudante de fotografía herido de gravedad por el tirador del rifle en el vestíbulo del diario Libération salió ayer del coma artificial inducido por los médicos del hospital de la Pitié-Salpêtrière de París, donde el lunes fue intervenido durante seis horas y donde permanece ingresado. Aunque en estado crítico, su estado ha mejorado ligeramente y se encuentra estable. El fotógrafo, de 23 años y de nombre César, colaborador habitual del diario, se encontraba en el vestíbulo –esperando para realizar una sesión de fotos para el suplemento mensual Next– cuando el tirador entró en el edificio y le disparó dos tiros a bocajarro. Simplemente porque fue él a quien encontró primero. El fotógrafo resultó herido de gravedad en el tórax, muy cerca del corazón, y en el abdomen. El ataque causó una verdadera conmoción en el diario, que nunca antes había sido objeto de un atentado tan grave como éste.

El director del rotativo, Nicolas Demorand, considera que la agresión constituye un verdadero atentado contra la libertad de expresión y de información. En un editorial publicado ayer bajo el título “Continuaremos”, Demorand recuerda que un diario es “un actor irreemplazable de la vida democrática”. “Disparar en un diario –prosigue– es atentar contra la vida de hombres y mujeres que sólo hacen su trabajo. Y contra una idea, un conjunto de valores que en nuestro país se llaman República”. "Libération no cambiará (...) Seguiremos trabajando con nuestras propias armas, no violentas, que son las de la libertad y el periodismo”, concluye el director.





El tratamiento va bien, pero la curación...

El tratamiento va bien, pero la curación tardará en llegar. Éste es en síntesis el pronóstico que sobre la evolución de la economía española hace en estos momentos la OCDE. En su último informe sobre las Perspectivas económicas mundiales, presentado ayer en París, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos vaticina para los próximos dos años una clara recuperación de la economía española, pero tan débil que apenas servirá para reducir sustancialmente el paro, que no empezará a bajar hasta el 2015 y aún para entonces se mantendrá a un nivel extremadamente alto, superior al 25%.

España saldrá en el 2014 de dos años de recesión y eso, según el secretario general de la OCDE, Ángel Gurría, es de por sí una muy buena noticia. “El color de la tinta vuelve a ser negro, ya no es rojo”, dijo gráficamente. Lo cual no quita, sin embargo, que España será, si se cumplen sus previsiones, uno de los países que menos va a crecer en los próximos dos años: 0,5% y 1%. La competitividad de la economía española ha mejorado, las exportaciones crecen, el país gana cuotas de mercado, pero la demanda interna –aunque estabilizada– sigue siendo débil, el crédito es escaso, la consolidación presupuestaria va a seguir siendo un lastre y la situación del resto de Europa no ayuda precisamente.

La consecuencia inmediata de esta atonía es que el paro, uno de los más elevados de la OCDE –especialmente el juvenil, que ronda el 50%–, va a seguir instalado en cifras insoportables: del 26,3% en el 2014 –prácticamente los mismo que en el 2013– y del 25,6% en el 2015. “Estamos más ante una fotografía que ante una película”, añadió Gurría. Un modo de decir que apenas nada se mueve en el horizonte inmediato. Algo se mueve, sin embargo, porque el pasado mes de mayo la misma OCDE vaticinaba para el año que viene un paro del 28%.

El problema no es únicamente de España. El conjunto de la zona euro va a crecer a niveles modestos en el 2014 y el 2015, un 1,3% y un 1,8% respectivamente, por lo que el paro va a seguir estabilizado en torno a un 12% de media. La situación económica mundial es precaria: las inversiones son muy débiles, lo mismo que los intercambios comerciales, el crédito está estancado y el crecimiento de los países emergentes –uno de los motores de la recuperación– se está desacelerando. La salida de la crisis es lenta y, según la OCDE, todavía frágil.



martes, 19 de noviembre de 2013

Un tirador aterroriza París

Frío, tranquilo y determinado. Así describen todos los testigos –y así muestran las imágenes de las cámaras de vídeovigilancia– al tirador solitario que, armado con un rifle de caza, se ha dedicado desde el pasado viernes a sembrar el terror en París y que ayer hirió de gravedad a un fotógrafo de prensa en la sede del diario Libération. La policía francesa ha lanzado una operación a gran escala para identificar al misterioso atacante, cuya personalidad y motivaciones siguen siendo desconocidas. Patrullas por las calles y en la red de metro, helicópteros sobrevolando el centro de la ciudad... el Ministerio del Interior no ha ahorrado medios para capturar al tirador, un hombre que los expertos consideran muy peligroso, antes de que pueda cometer nuevos atentados. “La prioridad es detener rápidamente al tirador, que ya ha tratado de matar y puede hacerlo de nuevo”, afirmó el presidente francés, François Hollande, desde Jerusalén.

El ataque contra Libération no era el primero. El pasado viernes, el mismo individuo realizó un atentado fallido contra el canal de televisión de información continua BFMTV. Y ayer, después de disparar en Libération, tiroteó también la sede del banco Société Générale en el barrio de negocios de La Défense –en la periferia oeste de la capital– y, en su huida, secuestró a un conductor, al que obligó a llevarle hasta los Campos Elíseos, donde se le perdió la pista definitivamente.

Mientras se dilucida el caso, todos los medios de comunicación con sede en París han recibido protección policial. Para el presidente Hollande, no hay ninguna duda de que el objetivo de estos ataques es “la libertad de información”. Y lo mismo piensa el director del diario Libération, Nicolas Démorand, quien además enmarcó la agresión en el “clima de violencia verbal” que reina en el país desde hace unos meses, alimentado fundamentalmente por grupos de extrema derecha y de católicos integristas. No está claro, sin embargo, si el atacante es un perturbado mental o puede ser un elemento de la ultraderecha que actúe con fines políticos. El fiscal de París, François Molins, dijo a este respecto que “no se descarta ninguna pista”.

Los ministros del Interior y de la Cultura, Manuel Valls y Aurélie Filippetti, así como el alcalde de París, Bertrand Delanoë, se desplazaron hasta la sede de Libération para expresar su solidaridad con el diario y con la prensa en general. La redacción estaba enormemente conmocionada por lo sucedido. Otros políticos manifestaron asimismo su apoyo al rotativo, entre ellos el exprimer ministro François Fillon, que llamó a hacer frente común.

El tirador, captado en diversos momentos y lugares por cámaras de vídeovigilancia, es un hombre de tipo europeo, de entre 35 y 45 años de edad, y de 1,70 a 1,80 m. de altura, lleva el pelo muy corto y luce barba de dos o tres días. En sus acciones ha aparecido siempre con gorra y gafas, así como con una bolsa en bandolera. Pero su vestimenta ha cambiado: ayer llevaba una trenka de color caqui y unas visibles zapatillas deportivas de color verde y blanco. Su arma es un rifle de caza de calibre 12 mm., y entre los cartuchos recuperados por la policía figuran algunos especiales para cazar jabalíes y presas de gran tamaño. La fiscalía difundió varias imágenes del sospechoso y pidió la colaboración de los ciudadanos para identificarle y detenerle.

El ataque más grave se produjo en el diario Libération. Hacia las 10.15h, el atacante entró en el vestíbulo de la sede del rotativo y disparó a bocajarro, hiriendo de gravedad a una de las personas que allí se encontraban. Se trata de un joven fotógrafo en prácticas, de 23 años, César, que había acudido al diario para participar en un reportaje fotográfico para el suplemento Next. Herido en el tórax, fue trasladado al hospital de la Pitié-Salpêtrière, donde fue intervenido durante seis horas. Anoche, su estado seguía siendo extremadamente crítico.

Posteriormente, el atacante salió sin apresuramiento y huyó a pie. Todo indica que fue este mismo individuo quien, sobre las 12.25h, efectuó varios disparos de escopeta contra la fachada exterior de la sede de la Société Générale en La Défense. En este caso, no quiso matar a nadie, pues en lugar de disparar contra la decena de personas que se encontraban fumando en el exterior del edificio, tiró contra los cristales. Quince minutos después, hacia las 12.40h, secuestró en las cercanías a un conductor y le obligó a llevarle hasta la zona de los Campos Elíseos en su confluencia con la avenida de Georges V. Llegado al lugar descendió y pudo escabullirse tomando el metro. En todo caso, allí se le perdió la pista.

Todo había empezado en realidad el pasado viernes, cuando a las 6.50h, todavía noche cerrada, el tirador se acercó a la sede del canal de información BFMTV y amenazó con el mismo rifle a quienes se encontraban en aquel momento en el vestíbulo, entre ellos el redactor jefe, Philippe Antoine. En este caso, el atacante no llegó a disparar, sin que se sepa a ciencia cierta si fue un acto voluntario o consecuencia de un fallo del arma. En las imágenes tomadas por las cámaras de vídeovigilancia, difundidas anoche por varias cadenas, se ve cómo el individuo hace el ademán de cargar su rifle y luego se va, no sin antes amenazar a los presentes: “La próxima vez no fallaré”. En su huida dejó abandonados en el suelo dos cartuchos sin percutir que están siendo analizados.

Prueba de la determinación y frialdad del atacante, las cámaras de la empresa que gestiona el transporte público de París –la RATP– le grabaron esperando tranquilamente sentado durante veinte minutos en una cercana parada del tranvía antes de decidir que había llegado el momento y dirigirse a BFMTV.



Francia, al borde del abismo (futbolístico)

"Se vende Equipo de Francia. Precio: 1 euro. Para sus trabajos de jardinería y tareas domésticas. Visto el salario que reciben, trabajarán gratuitamente”. El anuncio, sin duda colgado por un aficionado encolerizado, apareció en un popular sitio web francés de pequeños anuncios –Le Bon Coin– al día siguiente de la humillante derrota de la selección francesa de fútbol frente a Ucrania, el pasado viernes, en el partido de ida de la eliminatoria para el Mundial de Brasil.

Caídos por un contundente 2-0, los bleus se juegan hoy su último cartucho para calificarse en el partido de vuelta en el Stade de France, ante el escepticismo general de una afición que los aborrece. Si fracasan, tendrán el dudoso honor de repetir el fiasco de la selección de Gérard Houllier hace justo ahora veinte años, eliminada del Mundial de 1994 de Estados Unidos el 17 de noviembre de 1993 por el equipo de Bulgaria. El actual seleccionador, Didier Deschamps, lo recuerda muy bien, porque jugó ese aciago partido como centrocampista con el dorsal número 7.

Los miembros del equipo dicen haberse conjurado para sacar esta vez lo mejor de sí mismos. Pero visto lo visto el pasado viernes en Kiev, las esperanzas son más bien magras. Frente a Ucrania, los bleus mostraron sus más acendrados defectos: desmotivación, indolencia, individualismo enfermizo... Que es justo lo que los franceses les reprochan.

En un sondeo realizado por el instituto BVA y publicado el mes pasado por Le Parisien, la mayoría de los franceses considera que a los jugadores de la selección se les paga demasiado (86%) y los juzga individualistas (84%) y groseros (73%), mientras que sólo una minoría los ve con talento (9%) y con apego a la camiseta (8%). Más de ocho franceses sobre diez (82%) tienen una “mala opinión” de los bleus y la mayoría (54%) cree –creía ya antes del encuentro con Ucrania– que no lograrán la clasificación...

El presidente de la Federación Francesa de Fútbol (FFF), Noël le Graët, descalificó la encuesta asegurando que se trataba de una “estafa”. Pero estafa es lo que sienten los franceses desde el desdichado papel que los bleus –huelga en el entrenamiento incluida– hicieron hace tres años en el Mundial de Sudáfrica y su mediocre participación en la Eurocopa del año pasado. Desde entonces, aparte de golear a Australia (6-0 el pasado 11 de octubre), no han hecho gran cosa.

En el partido de ida contra Ucrania falló todo. De entrada el ariete y líder indiscutible del equipo, Franck Ribéry, completamente neutralizado por la defensa ucraniana. Y para continuar, la dirección del juego sobre el terreno: Samir Nasri, que asumió esta responsabilidad por la presión de Ribéry –que convenció a Deschamps–, hizo aguas por todas partes. Es muy probable, en consecuencia, que hoy regrese al once titular el “pequeño” Mathieu Valbuena, que hasta ahora había ejercido esta función.

El partido de hoy es crucial para la selección, pero también para el estado de ánimo de un país que está hundido en el más negro pesimismo y donde la exasperación se ha convertido en el estado de ánimo más compartido. “El equipo de Francia es un poco el reflejo de la sociedad: cuando sus resultados son buenos, eso aumenta la autoestima y estimula el entusiasmo colectivo, pero si son malos se ve en ello un signo suplementario de declive”, observaba ayer Pascal Boniface, director del Instituto de Relaciones Internacionales y Estratégicas (IRIS) y especialista –por vocación– en “geopolítica del deporte”.

Los bleus han prometido a los 64 millones de franceses sacar de dentro toda la rabia de la que son capaces para realizar hoy la hazaña de clasificarse. Los franceses, hartos de palabras, los observan con incredulidad, cuando no con animadversión. “Estoy contento, porque en el Mundial podré apoyar al equipo de España”, dice con una sonrisa ladeada Jean-Pierre, de la carnicería Foch, mientras hunde con rabia su cuchillo en un costillar de cordero.
–¿No espera que Francia gane a Ucrania el partido de vuelta?
–No lo espero y no quiero. No se lo merecen– zanja.


sábado, 16 de noviembre de 2013

Belle de Jour defiende a sus clientes

A once días de que el Parlamento francés se pronuncie sobre la proposición de ley socialista que promueve la penalización de los clientes de las prostitutas, el próximo día 27, las declaraciones, las tribunas y los manifiestos de todo orden se suceden sin descanso en los medios de comunicación y en las redes sociales en Francia. La última iniciativa procede de un grupo de una sesentena de artistas, que han hecho pública una petición en la que –“sin caucionar ni promover la prostitución”, dicen– demandan que no se penalice ni a las prostitutas ni a sus clientes y que se abra un debate “sin aprioris ideológicos”.

Impulsada por el cantante Antoine (seudónimo de Pierre Antoine Muraccioli) –uno de los firmantes del controvertido manifiesto de los 343 cabrones–, la petición ha recibido el apoyo, entre otros, de las actrices Catherine Deneuve –inolvidable en su papel de mujer casada que se prostituye en Belle de Jour, de Luis Buñuel–, Mireille Darc, Line Renaud y Chantal Goya, así como de los cantantes Alain Souchon, Thomas Dutronc y Raphael, según reveló ayer Le Point.

La petición cuestiona el principio mismo de la proposición de ley socialista, que amparada por el Gobierno –particularmente, por la ministra de los Derechos de las Mujeres, Najat Vallaud-Belkacem– prevé suprimir el delito de incitación al sexo de pago, introducido en el 2003 por Nicolas Sarkozy y que sanciona a las prostitutas, y penalizar en cambio, con multas de 1.500 a 3.000 euros, a los clientes. Antoine, que se dice amigo de numerosas prostitutas, reivindica la libertad de ejercer esta profesión con una mínima protección legal y laboral.

Esta nueva iniciativa, aunque con fines similares, representa un contrapunto al manifiesto de los 343 cabrones, que en un tono abiertamente provocador enarbolaba la bandera de un machismo desacomplejado y consideraba la proposición de ley poco menos que como un ataque feminista contra la sexualidad masculina. El contenido de este manifiesto y la identidad de algunos de sus firmantes, de la órbita de la llamada “derecha desacomplejada”, ha desencadenado feroces ataques a través de las redes sociales –una página web bautizada 343 gilipollas invita a enviar tuits reprobadores a cada uno de los signatarios–, hasta el punto de que alguno de quienes estamparon su firma ha acabado retractándose, como el humorista Nicolas Bedos o el periodista Guy Konopnicki.

La penalización de los clientes de las prostitutas –una idea importada de Suecia– provoca en realidad más oposición de lo que algunas posiciones un poco floklóricas pudiera dar a entender. Así, un grupo de intelectuales encabezado por la filósofa feminista Elisabeth Badinter se ha pronunciado también en contra, alegando que la abolición de la prostitución es imposible, que los postulados ideológicos sobre los que se sustenta –a saber, que la sexualidad tarifada atenta contra la dignidad de las mujeres y que todas las prostitutas son víctimas– son discutibles y que la medida puede agravar la situación en la calle.

Por razones prácticas, se oponen también a la penalización de los clientes las organizaciones de salud pública como Médicos del Mundo, que temen una mayor clandestinidad de las prostitutas, e incluso la unidad de la Policía Nacional encargada de la represión del proxenetismo, que ve muy difícil su aplicación. 



viernes, 15 de noviembre de 2013

Francia se enciende

La calle está que arde en Francia. Y los focos del incendio son múltiples. Tantos, que las llamas amenazan con descontrolarse. Maestros, policías, artesanos, agricultores, trabajadores de empresas privadas en crisis, monitores infantiles, inspectores del permiso de conducir, por no hablar del movimiento de los “gorros rojos” en Bretaña... la lista es interminable. No pasa un día sin que uno o varios sectores sociales se declaren en huelga, salgan a la calle a expresar airadamente su protesta –contra los impuestos, contra la falta de recursos, contra los cierres empresariales– y en algunos casos adopten actitudes vandálicas o violentas, como ha sucedido con la destrucción de varios pórticos de la ecotasa. Una reciente nota confidencial de los prefectos remitida a las más altas instancias del Estado advierte que el sentimiento de cólera está ganando de forma inquietante a los franceses y alerta del riesgo de una “explosión social”.

El diagnóstico de los prefectos –un cargo equivalente al de los antiguos gobernadores civiles en España– es altamente preocupante para el presidente francés, François Hollande, y su Gobierno, que aparecen a ojos de la opinión pública como impotentes para remontar la crisis y combatir el paro, y cuya política económica es ampliamente contestada. Que los maestros de escuela, un bastión tradicional de los socialistas, vayan a la huelga –en este caso contra la reforma de los ritmos escolares– indica hasta qué punto la desconfianza es general.

“Frente a la acumulación de malas noticias, reina un clima doloroso, un sentimiento de abatimiento que impide proyectarse en un futuro mejor. En este terreno prosperan los fermentos de una eventual explosión social”, indica la nota, remitida el pasado 25 de octubre al Ministerio del Interior y al Elíseo, y revelada ayer por Le Figaro. Los prefectos constatan “en todo el territorio” síntomas de “una sociedad camino de la crispación, de la exasperación y de la cólera”, en la que la “contestación a la acción gubernamental” constituye el eje unificador.

La principal causa de rechazo, subraya la nota, es la presión fiscal. Detrás de muchas de las protestas –en particular, la de Bretaña, pero también la de los artesanos y otros profesionales– está el aumento de los impuestos, que ha sido hasta ahora el eje de la política de ajuste del Gobierno francés. Y que alcanzará definitivamente a todos los franceses el 1 de enero con el aumento del IVA.

La implantación de la nueva ecotasa ha sido, en el caso de Bretaña, la chispa que ha encendido la protesta, ya cebada por la crisis de la industria agroalimentaria. Pero el movimiento está lejos de quedar territorialmente limitado a la península bretona. Los prefectos constatan un malestar social creciente en una veintena larga de departamentos.

El malestar por la presión fiscal se une a la inquietud y la irritación causada por el cierre de empresas –en el último año ha habido un millar de expedientes de regulación de empleo– y el aumento del paro, lo que hace una combinación explosiva. Esta mezcla de “descontento y resignación” está detrás, según los prefectos, de periódicos estallidos de cólera espontáneos, que nacen y evolucionan al margen de movimientos sociales estructurados y, en muchos casos, de los sindicatos. Y que hace que las protestas se lleven a cabo cada vez más “ a través de acciones más radicales”.

Frente a ello, la clase política y las instituciones parecen incapaces de insuflar confianza. Empezando por el propio François Hollande, cuya credibilidad está literalmente por los suelos. Las últimas encuestas de popularidad del presidente francés marcan constantemente nuevo récords a la baja, con apoyos del orden del 20-21%, que algunos sondeos –como el hecho público ayer por YouGov para The Huffington Post y el canal de televisión i>TELE– bajan incluso al 15%. Según este estudio, la desconfianza habría ganado al 49% de sus propios votantes, que tendrían una opinión negativa sobre él.

El politólogo Stéphane Rozès, presidente de la sociedad CAP, sostenía ayer en Le Nouvel Observateur que el problema de Hollande no es tanto que su autoridad sea contestada, sino que, por el contrario, lo franceses le reclaman que la ejerza. “El jefe del Estado debe a la vez tomar altura presidencial, para recuperar autoridad, y explicar a los franceses por qué se les pide esfuerzos importantes”, sostiene Rozès. Hasta ahora, Hollande no ha sabido explicar a los ciudadanos hacia dónde dirige el país, mientras su discurso optimista aparece desconectado de la realidad cotidiana.

Fruto de este tenso ambiente social, va ganando terreno la reclamación de una disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones, que según un sondeo de Opinion Way apoyan ya el 39% de los franceses.


Cuando la realidad da la espalda

Los clubes franceses de fútbol profesional decidieron ayer aplazar –a una fecha todavía indeterminada– la huelga que habían convocado para el fin de semana del 30 de noviembre y 1 de diciembre en protesta por el impuesto del 75% sobre las rentas superiores a un millón de euros anuales. Es probablemente la única buena noticia que recibió ayer François Hollande, sometido a un día aciago.

“La recuperación ya está aquí”, “invertiremos la curva de paro antes de final de año”... Afirmaciones de este tipo lleva meses pronunciándolas el presidente francés, tratando en vano de transmitir confianza a los ciudadanos sobre la mejora de la situación económica y la salida de la crisis. La realidad cotidiana de los franceses está muy alejada del optimismo presidencial. Los fríos datos macroeconómicos, según se vió ayer, también.

El mensajero de las malas noticias fue de nuevo el Instituto Nacional de Estadística y Estudios Económicos (Insee), que anunció que el paro volvió a aumentar en el tercer trimestre con la pérdida de 17.000 empleos en los sectores mercantiles (fuera de la agricultura), lo que eleva el total de puestos de trabajo perdidos en los últimos 12 meses a 107.700. El índice de paro, que no ha sido actualizado desde hace unos meses, se situaba ya en el segundo trimestre en el 10,9% y nada indica que, a pesar de los esfuerzos del Gobierno con la extensión de los empleos subvencionados, se pueda invertir la tendencia antes de que acabe el año.

La mejora no vendrá, desde luego, de la evolución de la economía. Según el mismo Insee, el Producto Interior Bruto (PIB) se contrajo en el tercer trimestre en un -0,1%,lo que contrasta fuertemente con el sensible aumento (+0,5%) registrado en el segundo trimestre. El ministro de Economía, Pierre Moscovici, salió de nuevo a relativizar la importancia de este tropiezo e indicó que el Gobierno mantiene su previsión de acabar el año con un saldo positivo del +0,1%. Fuera de la recesión, por tanto, pero muy lejos de un nivel de crecimiento que permita crear empleo.

El informe del Insee es negativo prácticamente en todos los capítulos. Así, en el tercer trimestre la producción de bienes y servicios retrocedió un -0,3%, el consumo de las familias se mantuvo positivo pero su crecimiento (del 0,2%) fue menor que en meses anteriores, la inversión se contrajo (-0,6%) y las exportaciones siguieron su marcha atrás (-1,5%)

Las exportaciones... He aquí el talón de Aquiles de Francia, que en los últimos años ha visto cómo se agrandaba la diferencia de competitividad respecto a los países más pujantes de Europa –con Alemania a la cabeza– y que se enfrenta ahora a la nueva competencia de los países del sur del continente –España, entre ellos–, que a consecuencia de las reformas emprendidas han empezado a ganar cuotas de mercado.

Un informe de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) centrado en Francia –elaborado a petición de Elíseo meses atrás y hecho público ayer– dibuja un sombrío panorama sobre los problemas de competitividad del país. Entre las “debilidades económicas” que lastran el crecimiento, la OCDE destaca el desigual nivel de educación, la deficiente formación profesional –a pesar de destinar 32.000 millones de euros–, el exceso de reglamentación, el peso de la fiscalidad sobre las empresas y el coste del trabajo.





martes, 12 de noviembre de 2013

Hostigado por la extrema derecha

“¡Sois la vergüenza de Francia!”, lanzó llevado por la indignación un ciudadano a los manifestantes que ayer por la mañana pitaban al presidente francés, François Hollande, en los Campos Elíseos de París cuando se dirigía a depositar una corona de flores en la tumba del soldado desconocido, bajo el Arco de Triunfo, con motivo de la conmemoración del Armisticio de 1918. Varios centenares de personas, en su mayoría activistas de extrema derecha y católicos integristas contrarios el matrimonio homosexual, rompieron la tradición que salvaguardaba hasta ahora los actos patrióticos de toda protesta política y hostigaron al presidente de la República a los gritos de “¡Hollande, dimisión!” y “¡Socialismo es dictadura!”. “El pueblo está harto de esta dictadura”, expresó sin asomo de sonrojo una mujer madura, gafas de sol de marca y abrigo de pieles, venida de la zona alta a expresar su descontento.

Algunos de los vociferantes llevaban un gorro rojo, como los protagonistas de la revuelta fiscal en Bretaña, pero el líder de este movimiento, el alcalde regionalista de Carhaix, Christian Troadec, se desmarcó de esta protesta y la condenó de antemano.

Hasta ahora, los actos de simbología nacional, en particular los vinculados a la Primera y la Segunda Guerra Mundiales, habían sido respetados. Los ultras rompieron ayer una ley no escrita. “La extrema derecha hoy ya ni siquiera sabe lo que significa una tradición nacional a fuerza de sucio oportunismo”, se indignó el historiador Henry Rousso, especialista en el régimen colaboracionista de Vichy.

Algunos de los manifestantes se encararon y se enfrentaron con los agentes de las fuerzas de seguridad desplegados en los Campos Elíseos, sin que en ningún momento se alterara el normal desarrollo de las ceremonias institucionales. La policía detuvo a un total de 73 personas por alterar el orden público, entre ellas al candidato del Frente Nacional (FN) a la alcaldía de París, Wallerand de Saint-Just. Cuatro de ellos quedaron en detención provisional acusados del presunto delito de “ultraje y rebelión”.

El ministro del Interior, Manuel Valls, señaló como responsables de los altercados a militantes de organizaciones de extrema derecha como Primavera Francesa y Renovación Francesa, a quienes acusó de “no respetar un momento de recogimiento en memoria de los soldados muertos por Francia”. Valls calificó de “intolerable e insoportable” el comportamiento de los manifestantes.

La presidenta del FN, Marine Le Pen, aseguró que su partido no tenía “nada que ver” con la protesta de ayer, que lamentó en la medida en que interfirió en un acto de carácter patriótico. Sin embargo, mostrço su indignación por la “detenciones preventivas” practicadas por la policía, particularmente en el caso del alcaldable del FN, que según Le Pen fue arrestado antes de que la comitiva del presidente francés atravesara los Campos Elíseos. “Son unos métodos más propios de países totalitarios”, afirmó.

Tras cumplir con los actos tradicionales del 11 de Noviembre –depósito de flores en la estatua de Georges Clemenceau, recorrido por los Campos Elíseos, revista de tropas y homenaje al soldado desconocido bajo el Arco de Triunfo–, François Hollande se desplazó por la tarde a Oyonnax (Ain) en el marco de la doble celebración, en 2014, del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y del 70º aniversario de la liberación de Francia en la Segunda Guerra Mundial. La población de Oyonnax reúne las dos memorias, pues fue aquí donde el 11 de noviembre en 1943 unos 200 resistentes desafiaron la prohibición impuesta por los alemanes y desfilaron por las calles en conmemoración del Armisticio.

El presidente francés pronunció en Oyonnax un discurso muy parecido al que hizo en el Elíseo la semana pasada, llamando a reforzar el sentimiento de unidad y patriotismo de los franceses. Ayer subrayó que “la República no debe ceder jamás frente al odio, la intolerancia, el extremismo, el racismo”. A la salida del Ayuntamiento, el convoy presidencial tuvo derecho a una segunda ronda de abucheos...


Apuñalado un alcalde de la UMP

Un individuo, al parecer desequilibrado, apuñaló ayer al diputado de la UMP y alcalde de Châteaurenard (Bouches-du-Rhône), Bernard Reynès, y a otros dos concejales que encontró en su camino, durante una ceremonia del Día del Armisticio. Ninguno de los heridos teme por su vida. El presidente Hollande y el jefe de filas ed la UMP, Jean-François Copé, condenaron la agresión.






lunes, 11 de noviembre de 2013

Francia desconfía de Irán

La desconfianza de Francia, que juzgaba insuficientes las concesiones aceptadas por Irán sobre su programa nuclear, fue determinante para frenar la conclusión de un rápido acuerdo el sábado en Ginebra entre Teherán y el grupo de 5+1 –integrado por Estados Unidos, Rusia, China, Francia, Reino Unido y Alemania– para suavizar las sanciones internacionales a Teherán. Las negociaciones, cuyo contenido exacto se mantienen en secreto, deben reanudarse el próximo día 20.

Algunos diplomáticos occidentales reprocharon, bajo condición de anonimato, la postura poco flexible del ministro francés de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, a quien atribuyeron un supuesto intento de hacer valer el papel de Francia en la recta final de las negociaciones. Pero fueron sobre todo los iraníes quienes señalaron con un dedo acusador a París. La prensa y algunos políticos iraníes criticaron ayer de forma unánime a Francia, a cuya actitud atribuyeron el fracaso de la negociación. Los franceses habrían actuado, a ojos de Teherán, al servicio de los intereses de Israel. Un grupo de empresarios iraníes, según informó la agencia de noticias IRNA, se reunieron para tomar represalias comerciales y buscar otros socios.

Que Francia no participaba del mal contenido entusiasmo de algunas de las delegaciones presentes en Ginebra lo mostró Laurent Fabius el sábado por la mañana en unas duras declaraciones realizadas a la radio France Inter, en las que mostraba su escepticismo. “Hay algunos puntos sobre los que no estamos satisfechos”, advirtió el jefe del Quai d’Orsay, quien añadió que en caso de que dichos puntos no fueran resueltos, el acuerdo no sería posible.

Los tres puntos claves para París son el cierre del reactor de agua pesada de Arak, actualmente en construcción y que permitiría a Irán fabricar plutonio para uso militar; la neutralización del stock de uranio enriquecido al 20% –nivel a partir del cual puede aumentarse rápidamente al 90%, para uso militar–, y la suspensión total del programa de enriquecimiento de uranio.

Laurent Fabius fue el primero en salir de la sala de negociaciones y en anunciar la imposibilidad de alcanzar un acuerdo en el estado actual de las conversaciones. “Todavía hay que trabajar para llegar a un acuerdo”, subrayó Fabius, que a pesar de todo constató ciertos “progresos”. Esta circunstancia, junto al tono más optimista utilizado por los titulares de las diplomacias de Estados Unidos, John Kerry; el Reino Unido, William Hague, y Alemania, Guido Westerwelle, contribuyeron a transmitir la idea de que Francia ha jugado aquí –de forma concertada o no– el papel del “policía malo”. Fuentes diplomáticas francesas citadas por France Presse relativizaban ayer esta percepción y aseguraban que similares reticencias a las francesas habían sido expresadas por las delegaciones de otros países.

En cualquier caso y ante el endurecimiento de las conversaciones, el presidente iraní, Hassan Rohani, advirtió que hay ciertas “líneas rojas” que su país no está dispuesto a franquear y subrayó que Irán “no renunciará a sus derechos nucllares”, lo que incluye el enriquecimiento de uranio.

La posición exigente de Francia respecto de Irán no es nueva. Ya Nicolas Sarkozy se había destacado durante su mandato por su línea de firmeza frente a Teherán y sus presiones sbre Washington para endurecer las sanciones internacionales contra Teherán. El relevo de Sarkozy por François Hollande en el Elíseo ha relajado un poco la posición de París, más abierto hoy a un compromiso, pero no ha alterado la posición esencial de los franceses.

Francia mantiene relaciones históricamente tensas con el régimen de los ayatolás, a quienes combatió a principios de los años ochenta poniéndose del lado de Saddam Hussein en la guerra entre Irán e Iraq. Posteriormente, la toma de rehenes franceses en el Líbano y la cadena de atentados en París en 1985 y 1986 acabó conduciendo a la ruptura temporal de relaciones diplomáticas. 



domingo, 10 de noviembre de 2013

Tentado por la cohabitación

"Esto no puede seguir así”. Todo el mundo lo piensa. Muchos –cada vez más, incluso en el Gobierno y en el Partido Socialista–, también lo dicen. Pero, encastillado en el Elíseo, François Hollande, permanece impasible. Nadie sabe lo que piensa, nadie sabe lo que trama. Ni sus más próximos consejeros. Detrás de su sonrisa bonachona y su trato afable, el presidente francés es un misterio, incluso para los suyos. Tan acostumbrado está a escuchar como a ocultar lo que opina, lo que prepara. En medio de la tempestad que amenaza con hundir la nave, Hollande espera. Sin que nadie sepa a ciencia cierta qué.

Durante un tiempo, esperó que la tormenta escampara rápidamente. El Elíseo contaba con que la recuperación económica llegaría a la zona euro –y por tanto a Francia– en el segundo semestre del 2013 y ello permitiría invertir la curva del paro, hasta ahora en ascenso. Sin embargo, la realidad ha sido mucho peor. El crecimiento se anuncia crónicamente débil para los próximos años y el paro va camino de alcanzar el 11%. Los cierres de empresas y los planes de reducción de empleo se suceden con implacable regularidad, mientras el descontento y la irritación se extienden por diferentes sectores sociales a causa de la elevada presión fiscal. Hay en Francia una auténtica exasperación contra los impuestos, de la que la revuelta de los “gorros rojos” en la Bretaña es sólo el exponente más visible.

Pero las dificultades económicas, por grandes que sean, no bastan para explicar la desafección de los franceses hacia su presidente. No hay en toda la historia de la V República un solo presidente, ni siquiera el controvertido Nicolas Sarkozy, que haya llegado tan bajo en la valoración de los ciudadanos (25%) ni tan rápidamente. Dieciocho meses después de llegar al Elíseo, los analistas se preguntan si Hollande ha tocado fondo, o aún no...

El principal problema del presidente francés es la imagen que proyecta. Salvo en el caso de la guerra de Mali, Hollande no ha logrado transmitir la sensación de autoridad que los franceses esperan del jefe del Estado. Los ciudadanos le ven dubitativo, poco firme, demasiado predispuesto a las componendas y los apaños. El episodio de la niña rom expulsada a Kosovo con su familia, Leonarda, a quien el presidente ofreció volver a Francia pero sola, resume en sí mismo todos los males del hollandismo: improvisación, medias tintas, estrategia de comunicación fallida... Y la sempiterna falta de autoridad: la intervención de Leonarda por televisión contestando y enmendando la plana al presidente de la República fue devastadora.

En este contexto, las elecciones municipales del mes de marzo y las europeas del mes de mayo se anuncian catastróficas para el PS –cuyos miembros andan con el ánimo por los suelos–, mientras que podrían catapultar al Frente Nacional (FN) de Marine Le Pen, al que algunos sondeos le otorgan unas expectativas de voto de hasta el 25%.

Entonces, ¿qué hacer para salir de este callejón sin salida? Ante la incertidumbre, los miembros de la mayoría especulan sobre cuál puede ser la vía de escape: una remodelación del Gobierno y/o un cambio de primer ministro –antes o después de las elecciones de la primavera–, sin descartar una disolución de la Asamblea Nacional y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Lo que el diputado socialista Thierry Mandon ha comparado con el “botón nuclear”.

La disolución, que reclama a coro la oposición –desde el centro a la extrema derecha– y que ha sido puesta sobre la mesa como una opción a considerar por el exprimer ministro Jean-Pierre Raffarin, es una idea que corre también entre los bancos socialistas. Naturalmente, se trataría de una medida extrema que comportaría una enorme deflagración política, pues sólo un milagro –impensable– podría evitar un cambio de mayoría. Los socialistas tendrían la derrota asegurada.

Pero... ¿y Hollande? Los partidarios de la guerra atómica apuntan que con el Gobierno en manos de la UMP, el presidente haría un regalo envenenado a la derecha –obligada a lidiar con la crisis y las medidas impopulares, y empujada a una guerra interna por el liderazgo entre Nicolas Sarkozy, François Fillon y Jean-François Copé–, y él mismo se colocaría como recambio cara a las elecciones presidenciales del 2017. Quienes así razonan recuerdan que las cohabitaciones ya beneficiaron en su día a François Mitterrand y Jacques Chirac...

Pero nadie sabe lo que piensa la esfinge, que sigue avanzando hacia el precipicio. En un símil chocante, Laurent Joffrin comparaba esta semana a Hollande con el trágico rey Luis XVI, un hombre contemporizador e inteligente, pero incapaz de ver lo que se le venía encima. “Demasiado confiado, Luis XVI caminaba hacia la guillotina –escribía el director de Le Nouvel Observateur–. En la Francia de hoy, la guillotina es electoral (...) Demasiado optimista, el presidente va directo”.


La extrema izquierda francesa prepara su propia revuelta fiscal

Los primeros fueron los empresarios, los propietarios de start-ups, que reunidos bajo la apelación de Pigeons (palomos) forzaron al Gobierno francés a dar su primera marcha atrás en materia fiscal y enmendar profundamente su proyecto de tasar las plusvalías por la cesión de empresas. Después han seguido otros: desde los agricultores bretones, quienes –ataviados con gorros rojos que recuerdan la revuelta fiscal de Bretaña contra Luis XIV en 1675– se oponen a la nueva “ecotasa” sobre el consumo de carburante de los camiones, hasta los clubes de fútbol, que han convocado una jornada de huelga el fin de semana del 30 de noviembre y 1 de diciembre en protesta por el impuesto de solidaridad que grava con el 75% –a pagar por las empresas– los salarios por encima del millón de euros. En esta marea de fondo contra el aumento de los impuestos sólo faltaba la extrema izquierda. Ya no.

El líder del Partido de Izquierda, el exsocialista Jean-Luc Mélenchon, quiere hacer también suya la bandera de la revuelta fiscal y ha llamado a organizar una gran marcha de protesta hacia el Ministerio de Economía, el mismo fin de semana de la huelga del fútbol, para rechazar el aumento del IVA –del 7% al 10%– que debe entrar en vigor el próximo 1 de enero. Mélenchon cuenta con el apoyo del Partido Comunista (PCF), su aliado en la coalición Frente de Izquierda.

Mélenchon ha marcado distancias desde el principio con la revuelta de los “gorros rojos” bretones, que considera un “movimiento de patronos”, y hasta organizó –junto a algunos sindicatos– una manifestación paralela en Bretaña para no mezclarse. Pero ha tomado buena nota del resultado del movimiento, que ha conseguido –por ahora– que se suspenda la aplicación de la ecotasa el 1 de enero, mientras se negocian las modalidades de su aplicación. Recordando que los bretones han destruido algunos de los pórticos instalados en las autopistas para controlar a los camiones que deben pagar la ecotasa, el líder del Partido de Izquierda se propone “tumbar el pórtico del Medef (patronal) que hay en Bercy (sede del Ministerio de Economía)”. Mélenchon acusa a Gobierno de querer pagar con el IVA los 20.000 millones de desgravaciones fiscales concedidos para la competitividad de las empresas.

Los “gorros rojos” protagonizaron ayer nuevos enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, mientras que cinco pórticos de la ecotasa fueron destruidos en diversos puntos fuera de Bretaña.





sábado, 9 de noviembre de 2013

Contestado en el interior, amonestado en el exterior

Malos vientos para François Hollande. Fuertemente contestado en Francia por una opinión interna cada vez más descreída y adversa, el presidente francés acaba de recibir también un fuerte correctivo desde fuera. Con la degradación de un punto de la nota sobre la deuda pública francesa, de AA+ a AA, la agencia Standard & Poor’s dio ayer un fuerte varapalo a la política económica aplicada desde hace año y medio por los socialistas bajo la batuta del presidente de la República, por entender que no garantiza, por un lado, la mejora de las perspectivas de crecimiento económico a medio plazo –y, por tanto, tampoco una reducción del paro– ni, por otro, el control del déficit público y la reducción de la deuda.

Muchas veces presentado como el capitán de un barco a la deriva en medio del temporal que lo apuesta todo a la clemencia de los elementos, Hollande dio por buena la caricatura y reaccionó a la noticia asegurando que piensa mantener el rumbo: “Confirmaré nuestra estrategia y nuestra dirección”, afirmó, convencido de que es la única que puede “asegurar la credibilidad” del país y “mantener la cohesión nacional y social”. El capitán sigue impertérrito esperando que escampe.

La nota de Standard & Poor’s es severa con Hollande, a cuya política económica atribuye las débiles perspectivas de crecimiento –cerca del 0% este año y una media del 1% en 2014 y 2015, de acuerdo con sus propias previsiones– y el mantenimiento de un paro elevado –por encima del 10%– hasta el 2016. En este contexto, considera que los márgenes de maniobra del Gobierno para sanear las cuentas públicas son reducidos, como demuestra la evolución del déficit público –del 4,1% este año– y de la deuda –que sobrepasa ya el 93% del PIB según datos oficiales–.

A juicio de la agencia, dos son los principales problemas que lastran la evolución de la economía francesa. De entrada, el alcance de las reformas estructurales abordadas por el presidente francés –la del mercado de trabajo y la competitividad de las empresas, principalmente–, que considera positivas “pero probablemente insuficientes. “Estimamos poco probable que el sector privado registre un crecimiento sustancial en ausencia de nuevas reformas estructurales”, reza la nota, que amonesta asimismo al Gobierno francés por haber apostado la regeneración de las finanzas públicas mucho más al aumento de los impuestos que a la reducción del gasto. Según sus estimaciones, los ingresos fiscales se mantendrán cara al 2015 por encima del 53% del PIB –el más elevado de la OCDE fuera de los países escandinavos–, mientras que el gasto público superará el 56% –el mayor de la zona euro–.

La visión de S&P es absolutamente exacta. Hasta ahora, el ajuste realizado para reducir el déficit –de todos modos por encima de lo comprometido en su día con Bruselas– ha reposado sobre todo en el aumento de los impuestos, y no sólo sobre las clases pudientes como Hollande prometió durante su campaña electoral, sino sobre las clases medias. La exasperación fiscal ha ganado a numerosos sectores de la sociedad y ha adquirido ribetes de auténtica revuelta en Bretaña, donde los agricultores han destruido buena parte de las infraestructuras necesarias para aplicar la denominada “ecotasa”, un nuevo impuesto que debía gravar el consumo de carburante de los camiones y que ha sido suspendido.

En cambio, por el otro lado, la reducción del gasto no ha existido realmente. El Gobierno habla de “economías” en este terreno cifradas en varios miles de millones de euros –algo nunca visto en décadas, lo que también es cierto–, pero en realidad no se trata más que de una contención del gasto, que en realidad se estabiliza y no aumenta como “automáticamente” podría hacerlo. Ayer mismo, como en los mejores tiempos, el primer ministro, Jean-Marc Ayrault, viajó a Marsella –una ciudad castigada por las tensiones sociales y el crimen organizado– y prometió 3.000 millones para transportes, nuevas guarderías, más policías y más personal para las oficinas de empleo. Lo que no dijo, porque nunca se dice, es de dónde saldrá ese dinero.

El Gobierno francés trató de relativizar la decisión de S&P, argumentando que la nota actual sigue siendo muy buena y que la perspectiva es “estable”. Pero las hemerotecas y los archivos de televisión son crueles, y ayer todo el mundo recordaba lo que dijo el hoy presidente cuando la misma agencia rebajó en enero del 2012 –con Nicolas Sarkozy– la nota de AAA a AA+: “No es una degradación de Francia –dijo entonces Hollande– es la degradación de una política”. Pues eso.



viernes, 8 de noviembre de 2013

Cien años después de la Gran Guerra

Hace cien años, Francia –junto al resto del continente europeo– se encaminaba inexorablemente hacia una de las peores hecatombes de la historia de la humanidad. Un siglo después, sometido a una profunda crisis económica, política, social y moral, el país debe demostrar el mismo sentido del coraje, de la unidad, del patriotismo y de la confianza con que hace un siglo afrontó la tragedia de la Primera Guerra Mundial. Éste fue, en esencia, el contenido del mensaje que el presidente francés, François Hollande, envió ayer a los franceses en el acto de lanzamiento de los actos de conmemoración del centenario de la Gran Guerra, que se desarrollarán a lo largo del año que viene.

El recuerdo de la primera gran conflagración mundial, en la que perecieron 1,5 millones de franceses, debe servir, a juicio de Hollande, para subrayar “la imperiosa necesidad de hacer piña si queremos ganar las batallas, que hoy no son ya militares, sino económicas, y que ponen en juego nuestro destino y nuestro lugar en el mundo”. “La República ha pasado pruebas terribles y siempre ha sabido levantarse”, proclamó el presidente, quien instó a los franceses a recobrar los valores de la “unidad” – “por encima de las diferencias de creencias, de orígenes o de color de la piel”– y del “patriotismo” –que “es el amor de los nuestros, no el odio de los otros”–, y a no dejarse llevar por el miedo. “La Gran Guerra nos recuerda que Francia debe tener confianza en ella misma, en su historia, en sus fuerzas, en sus bazas y en su destino”, concluyó.

El mensaje de Hollande, cuya impopularidad ha batido todos los récords de la V República y cuya credibilidad está bajo cero –un 75% de los franceses desaprueba su gestión–, llega en un momento muy delicado para el país entero. La crisis económica está lejos de haberse superado, a pesar de las tímidas mejoras que apuntan las previsiones oficiales. En el último año se han presentado un millar de planes de regulación de empleo –no hay día sin noticias de reducciones de plantillas o cierres de empresas– y el paro –cercano al 11%– sigue aumentando mes a mes, lo cual acrecienta las tensiones territoriales –como revela la movilización de protesta en Bretaña– y las tensiones sociales, con un notable recrudecimiento de los comportamientos racistas y xenófobos.

Hollande quiere aprovechar la doble conmemoración, el año que viene, del centenario del inicio de la Primera Guerra Mundial y del 70º aniversario de la liberación de Francia en la Segunda Guerra Mundial, para tratar de revitalizar la cohesión nacional y, de paso, la idea de una “Europa unida garante de la paz”. Oportunidades no le han de faltar, pues hay organizados un millar de actos por todo el país.

Los momentos cruciales del año se producirán el 14 de Julio, con la participación de abanderados de los países beligerantes (22 entonces, 72 hoy con las fragmentaciones) en el desfile de la fiesta nacional, y el 3 de agosto, en que Hollande y el presidente de Alemania, Joachim Gauck, conmemorarán la entrada en guerra de Francia en un acto todavía por acabar de perfilar. Otro acto de gran calado simbólico será la inauguración, el 11 de noviembre del año que viene, en la necrópolis de Notre-Dame-de-Lorette (Nord-Pas de Calais), de un Memorial Internacional con el nombre de todas las víctimas de todos los países, ordenadas no por su nacionalidad sino alfabéticamente por su nombre.

El presidente francés quiere también aprovechar el centenario para avanzar en el reconocimiento –que no rehabilitación– de los 750 fusilados por deserción, que desde ahora tendrán un lugar en el Museo del Ejército.


jueves, 7 de noviembre de 2013

La rebelión de los 'gorros rojos'

Nada consigue apagar la cólera de la Bretaña. Ni la decisión del Gobierno francés de suspender la polémica ecotasa –nuevo impuesto que a partir del 1 de enero iba a gravar el consumo de carburante por parte de los camiones de transporte de mercancías–, ni la apertura de un proceso de negociación con todos los interlocutores políticos, económicos y sociales para poner en pie un plan de futuro para la región, han logrado superar el malestar y la desconfianza de los bretones, determinados a proseguir su movilización. La revuelta de la Bretaña, particularmente delicada para el presidente francés, François Hollande –por tratarse de un feudo de los socialistas–, va camino de escapársele de las manos.

La nutrida manifestación del sábado pasado en Quimper, con la participación de entre 15.000 y 30.000 personas, ataviadas con gorros rojos –símbolo que evoca la revuelta de 1675 contra los impuestos del rey Luis XIV–, demostró ya que los primeros gestos conciliadores del primer ministro, Jean-Marc Ayrault, habían caído en saco roto. Los numerosos incidentes registrados desde entonces –enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, asaltos a prefecturas y subprefecturas, destrucción de una docena de pórticos y bornes instalados en las autopistas para controlar a los camiones por la ecotasa– lo han confirmado. Ayrault prometió ayer mano dura contra los autores de actos de violencia, pero lo cierto es que hasta el momento no ha habido ninguna detención.

El problema principal, para el Gobierno, no es la acción de algunos grupúsculos más radicalizados, sino la pervivencia de una fuerte contestación de fondo. Ayer, en medio de una fuerte tensión, la reunión que se llevó a cabo en la Prefectura de Rennes para abordar el citado pacto por la Bretaña fue boicoteada por dos de los principales dirigentes de la protesta: el alcalde de Carhaix, Christian Troadec, un independiente de derechas y con un discurso autonomista, líder del movimiento de los gorros rojos, y Nadine Hourmant, delegada del sindicato Fuerza Obrera (FO) en Doux –el principal grupo europeo de producción de pollo, actualmente afectado por un plan de reducción de plantilla–. Ambos habían impuesto dos ultimátums inaceptables para el Gobierno: retirar definitivamente la ecotasa y suspender todos los despidos.

El perfil de ambos líderes refleja la diversidad y multiplicidad de intereses que confluyen en este movimiento de contestación, al frente del cual también figuran Thierry Merret, histórico dirigente de la organización agrícola FDSEA; Pierre Balland, presidente de la rama regional de la patronal Medef, y Marc Le Fur, diputado de la unión por un Movimiento Popular (UMP). La crisis económica –en particular, de la potente industria agroalimentaria–, la sucesión de planes sociales y de cierres de empresas, el consecuente aumento del paro y el incremento de le presión fiscal han acentuado entre los bretones –con un sentimiento peninsular muy arraigado de vivir en un rincón de Europa– la sensación de haber sido olvidados por París y abandonados a su suerte.

Poco audible todavía, entre las reivindicaciones cruzadas –y a veces contradictorias– que los diferentes actores están poniendo sobre la mesa está la de obtener una mayor poder competencial y presupuestario para la región. El alcalde de Carhaix, que se mira en el espejo de las comunidades autónomas españolas, es uno de sus principales impulsores. No es casual, pues, que el lema de la manifestación de Quimper fuera “Para vivir, trabajar y decidir en Bretaña”... Una especie de derecho a decidir a la bretona.


Un contrato bajo sospecha

La polémica sobre la ecotasa tiene otra vertiente escandalosa. La fiscalía de Nanterre (región de París) decidió ayer reabrir la investigación sobre el contrato firmado en su día por el Estado francés –en la época de Nicolas Sarkozy– y la empresa Ecomouv’ para la gestión de la ecotasa, que había sido archivada el mes pasado. Este cambio ha venido dado por la aparición de nuevos elementos que podrían dar a entender que hubo trato de favor. El contrato, firmado en el 2011, atribuye a la empresa –participada por la italiana Autostrade y las francesas Thales, SNCF, SFR y Steria– una remuneración de 250 millones al año por ocuparse de la gestión de la ecotasa, lo que equivale al 20% de los ingresos previstos. El propio presidente de la UMP, Jean-François Copé, lo ha juzgado “aberrante”.







martes, 5 de noviembre de 2013

Vuelve el centro

Los centristas han vuelto a la escena política en Francia. Las dos grandes familias enemistadas del centro francés, reagrupadas en la Unión de los Demócratas Independientes (UDI) de Jean-Louis Borloo y el Movimiento Demócrata (MoDem) de François Bayrou, han sellado esta tarde su reconciliación con el lanzamiento de una coalición electoral significativamente bautizada como La Alternativa. No se trata de una fusión –no todavía- y cada cual mantendrá inicialmente su propia identidad y su autonomía en el marco de la alianza. Matrimonio de conveniencia, pero matrimonio al fin y al cabo, se trata del primer y más importante paso en el camino de reconstrucción de la antigua Unión por la Democracia Francesa (UDF) de Valéry Giscard d’Estaing.

Dividido, disperso y fagocitado por la derecha de origen gaullista, el centro político había prácticamente desaparecido en Francia. Tan sólo François Bayrou, el único dirigente díscolo que se negó a fusionarse en la gran Unión por un Movimiento Popular (UMP) impulsada por Jacques Chirac, mantuvo viva la llama de la independencia, llegando incluso a atraer en torno a su candidatura al 17% de los votantes en las elecciones presidenciales del 2007. Pero el sistema político francés –mayoritario- le acabó condenando al ostracismo y dejándole sin apenas representación parlamentaria.

Si la reconstitución del centro ha sido posible, mal que le pese hoy a la UMP, ha sido a causa de la deriva derechista impuesta por Nicolas Sarkozy durante su mandato presidencial y confirmada por su sucesor en la presidencia del partido, Jean-François Copé, adalid de la “derecha desacomplejada”. La radicalización de la derecha y sus coqueteos ideológicos con el Frente Nacional, particularmente acusados durante la campaña de las presidenciales del 2012, acabaron expulsando a los centristas y abriéndoles un espacio inesperado. El ex ministro Jean-Louis Borloo fue quien, desde la mayoría gubernamental, protagonizó la escisión, aunque manteniendo su alianza con la UMP.

De hecho, el nuevo centro, La Alternativa, y a diferencia de la política llevada a cabo por Bayrou al frente del MoDem, nace con la vocación de mantener una alianza preferente con la derecha, su socio histórico e ideológicamente más afín. Afín pero no idéntico. Como subrayó Borloo al fundar la UDI, la derecha francesa “siempre ha caminado con dos piernas”. Y así va a ser de nuevo. Uno de sus principales ejes programáticos es combatir “toda tentación y toda deriva en dirección a los extremos”.

El jefe de filas de la UMP, Jean-François Copé, saludó el nacimiento de La Alternativa con un evidente disgusto, recordando que François Bayrou –quien en la segunda vuelta de las elecciones presidenciales del año pasado llamó a votar por el socialista François Hollande- “contribuyó a la derrota electoral de Nicolas Sarkozy”.

La vocación del centro de aliarse con la derecha, escrita negro sobre blanco en el acuerdo de coalición, deberá convivir sin embargo con el hecho de que los centristas de Bayrou gobiernan en algunos municipios aliados con los socialistas. Así, la nueva alianza tiene previsto presentarse como cartel electoral en todas las elecciones nacionales, regionales y europeas -las próximas, en mayo del año que viene-, pero mantiene una total ambigüedad respecto a las municipales del mes de marzo. No vendrán por aquí, sin embargo, los problemas. La gran prueba de fuego de la solidez de la nueva alianza centrista llegará cuando toque designar un candidato propio al Elíseo en el 2017.  Ahí, todas las ambiciones personales entrarán en juego.