martes, 10 de junio de 2014

Amores insoportables

"El amor, cuando se hace público, aumenta de peso, se convierte en una carga”, dejó escrito Milan Kundera en "La insoportable levedad del ser" (1984). Nada hay más público –aunque su número lo convierta prácticamente en anónimo– que el amor declarado a voz en grito en los candados colgados en los puentes de París y de otras ciudades del mundo. Ni nada más pesado. Irónica alegoría de la reflexión del escritor checo, el peso de los “candados del amor” quebró el domingo la resistencia de una de las rejas que protegen las barandas del Pont des Arts de la capital francesa, incapaz de sostener tantas promesas de hierro.

La amenaza de caída de algunos de los paneles enrejados que bordean el puente –el más romántico de la capital francesa y, por consiguiente, el más frecuentado para efectuar este nuevo rito– ya había sido advertido desde hace tiempo por el ayuntamiento, que de vez en cuando retiraba los que presentaban un mayor riesgo.

Esta vez los servicios municipales no llegaron a tiempo y el enrejado cayó sobre el puente. Doble buena noticia: ningún paseante resultó herido y la estructura de la baranda resistió sin problemas (lo cual parece alejar el peligro, otras veces aireado, de una posible caída sobre los barcos turísticos que recorren el Sena). En cualquier caso, la policía desalojó brevemente el puente por precaución hasta que el enrejado fue sustituido provisionalmente por un tablón de conglomerado. “No hay ningún riesgo de un accidente realmente grave –subrayó el teniente de alcalde de Cultura, Bruno Juillard–, puesto que la baranda no resultó afectada”.

Sin embargo, el Ayuntamiento de París parece decidido, finalmente, a poner fin a este hábito, que ha adquirido dimensiones de epidemia. Otra cosa es que encuentre los medios para conseguirlo. Desde que el escritor italiano Federico Moccia imaginara en su novela "Tengo ganas de ti" (2008) el rito del candado, los puentes de medio mundo han sido asaltados en masa por los enamorados. En París hay una quincena de puentes y pasarelas inundados de candados. Pero ninguno como el Pont des Arts y –en menor medida, porque también es más corto– el puente del Arzobispo, que ofrece una impresionante vista sobre el ábside de la catedral de Notre Dame.

¿Cuántos candados puede llegar a haber? Como nunca han sido contados oficialmente, hasta ahora las autoridades se contentaban con hablar de “miles”. Y es cierto, son miles, muchos miles. Un estudiante de dirección de empresas de 21 años, Alexis, tuvo la idea a finales del año pasado de hacer una especie de censo y fotografiarlos uno por uno. Tras siete meses de trabajo de campo, el pasado mes de febrero abrió una página web (Welocklove.com) con el catálogo completo –o casi– de los nombres y los mensajes de amor que cuelgan de ambos puentes: son al menos 57.050, la mayor parte de los cuales –unos 40.000– están en el Pont des Arts. Los interesados pueden encontrar el suyo a condición de acordarse perfectamente del lugar donde lo colgó. Y de que no haya sido retirado antes por la municipalidad... o por algún espontáneo. Hace tres años, por ejemplo, buena parte de los candados desapareció misteriosamente y reapareció después integrando una obra de la exposición "The Unplayed Notes", del artista plástico Loris Gréaud.

El hábito cada vez molesta a más gente –y no sólo al ayuntamiento–, que ve en ello un atentado estético mayúsculo. Hace poco, dos jóvenes norteamericanas residente en París organizaron una campaña de recogida de firmas con el lema “Liberad vuestro amor, salvad nuestros puentes” para reclamar que se ponga fin a esta costumbre. Ayer tarde llevaban recogidas 7.702 firmas, unas 600 recogidas en las últimas horas a raíz del incidente del domingo en el Pont des Arts.

La nueva alcaldesa de París, Anne Hidalgo, ha encargado al responsable de Cultura que busque “alternativas artísticas, ecológicas y solidarias” a los candados. Varios artistas serán consultados con este fin. Mientras tanto, la alcaldía se resiste a adoptar medidas represivas contra los enamorados, a quien nadie quiere ahuyentar. A fin de cuentas, ¿no es París la capital del amor? 


No hay comentarios:

Publicar un comentario