martes, 18 de marzo de 2014

Sindicalista de hierro

Marc Blondel (1938-2014)
Ex secretario general del sindicato francés Fuerza Obrera

Bufanda roja al cuello y gafas de concha, a mediados de los años noventa la imagen de Marc Blondel estaba permanentemente en la retina de los franceses. No había manifestación –y no hubo pocas en aquella época– en la que el carismático líder del sindicato Fuerza Obrera (FO) no encabezara la marcha, determinado y desafiante. En 1995, Blondel se convirtió en la pesadilla del entonces primer ministro Alain Juppé, cuyos proyectos de reforma de las pensiones y de la Seguridad Social combatió con dureza, ganando parcialmente la batalla. El desgaste sufrido por el jefe del Gobierno acabaría llevando a la derecha a la hecatombe electoral en 1997, tras la azarosa decisión de Jacques Chirac de disolver anticipadamente la Asamblea Nacional.

Nacido el 2 de mayo de 1938 en Courbevoie (periferia oeste de París), hijo de militar y nieto de minero, Marc Blondel se crió en el norte, en Hénin-Liétard (Pas de Calais) –hoy Hénin-Beaumont–, una zona obrera que se ha convertido en uno de los feudos del Frente Nacional (FN). Retirado desde hace diez años, sucumbió el domingo a una insuficiencia cardíaca en el hospital Val-de-Grâce de la capital francesa. Su fallecimiento fue dado a conocer ayer por el sindicato.

Secretario general de FO durante 15 años (1989-2004), Marc Blondel hizo de la intransigencia su lema y de la contestación, su bandera. Siempre consideró que el papel de los sindicatos no era buscar acuerdos a toda costa con el Gobierno y la patronal, sino –por el contrario– defender los intereses de los trabajadores sin preocuparse de otras consideraciones. Una práctica que reprochó siempre a su antecesor en el sindicato, André Bergeron.

Tras estudiar Derecho en París –carrera que no acabó–, Blondel entró a militar en el sindicato en 1958, con 20 años, y pronto empezó a asumir responsabilidades internas, hasta ascender en 1980 al buró confederal. En 1989 dio la campanada haciéndose con la secretaría general frente al delfín de su antecesor. Posteriormente sería reelegido de forma aplastante en 1992, 1996 y 2000.

Su combatividad y su compromiso político –fue asimismo militante del Partido Socialista– no le impidió sin embargo trabar amistad con Jacques Chirac, con quien almorzaba regularmente. Fruto de esta proximidad, Blondel acabó condenado en el 2011 por el caso de los empleos ficticios de la alcaldía de París. El tribunal lo juzgó culpable de complicidad en el devío de fondos públicos por haber aceptado de Chirac un escolta personal. Fue dispensado de cumplir la pena.


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