jueves, 6 de marzo de 2014

Consejero, gurú, espía

Un nuevo escándalo amenaza con desestabilizar gravemente a la derecha francesa y acaso provocar un seísmo político de dimensiones incalculables. Uno de los más próximos e influyentes consejeros de Nicolas Sarkozy en el Elíseo, Patrick Buisson –un oscuro personaje procedente de la extrema derecha–, se dedicó a grabar en secreto, sistemáticamente, con un dictáfono oculto en su chaqueta, las reuniones de trabajo y las conversaciones privadas que mantuvo con el expresidente y otros colaboradores.

El contenido de algunas de estas grabaciones –de las que puede haber cientos de horas– fue desvelado ayer por el semanario Le Canard Enchaîné y el diario digital Atlantico, confirmando con pruebas materiales una información avanzada hace tres semanas por Le Point. Los secretos que pueden contener las grabaciones todavía no conocidas podría ser devastador y convertirse, como algunos apuntan ya, en un Sarkoleaks. Porque Buisson no era un consejero más, era su máximo hombre de confianza, el oráculo de la opinión pública, el gurú de los sondeos, el arquitecto del giro derechista y populista del último tramo del mandato... el artífice de la derrota electoral del 2012.

Nicolas Sarkozy no ha querido, por el momento, reaccionar públicamente a estas revelaciones, pero a través de su entorno ha hecho saber que está “furioso” y “decepcionado”. En su partido, la Unión por un Movimiento Popular (UMP), había ayer estupefacción y una indignación apenas contenida. La palabra “traición” era la más utilizada –Henri Guaino llegó a hablar de “violación”–, mientras se encadenaban calificativos como “repugnante”, “detestable”, “inaceptable”, “intolerable”, “desesperante”... El Gobierno socialista, a través de su portavoz, la ministra Najat Vallaud-Belkacem, calificó el caso de “extremadamente grave”.

Buisson, que en un principio negó la existencia de las grabaciones, tuvo que rendirse ayer a la evidencia y, a través de su abogado, Gilles-William Goldnadel, confirmo la veracidad de las grabaciones difundidas. En su descargo, aseguró que era una manera particular de tomar notas para su trabajo y que otros también lo hacían. Todos los participantes en esas reuniones lo han negado.

El contenido de las grabaciones desveladas hasta ahora no es especialmente escandaloso, más allá de sugerir que el ex ministro del Interior Claude Guéant se había “mojado” con la fiscalía en relación con varios asuntos judiciales no especificados. Pero se ve cómo Buisson, que regalaba los oídos de Sarkozy con continuos halagos, en privado le despreciaba –refiriéndose a él como “el Pequeño” o “el Enano”–, y le consideraba un indeciso al que había que empujar. “Sin nosotros no lo haría jamás”, dijo en referencia al asunto que más le importaba: el endurecimiento del discurso sobre la inmigración. Por ello también recibía críticas el ex ministro Brice Hortefeux, juzgado demasiado “inhibido” en este terreno: “Parecería que ha respirado un gas incapacitante”.

En las diversas conversaciones grabadas –entre ellas una mantenida en el Elíseo por Nicolas Sarkozy con media docena de sus consejeros horas antes de la remodelación de Gobierno del 27 febrero del 2011– puede comprobarse también el desdeñoso juicio que merecían en palacio algunos ministros. Así, Sarkozy consideró “grotesco” nombrar primer ministro a Jean-Louis Borloo. Pero más ácidos eran el publicitario Jean-Michel Goudard y el propio Buisson, muy críticos con algunos ministros –como Roselyne Bachelot o Michèle Alliot-Marie–, calificados de “archi-nulos”. Satisfecho del giro político a la derecha asumido por Sarkozy, a Buisson le disgustó la continuidad de Fillon en Matignon. “No vamos a volver a dos años de errores y de sandeces”, exclamó.

Las conversaciones privadas con Sarkozy y su mujer, Carla Bruni, no se libraban tampoco del dictáfono. En una de ellas, la pareja presidencial bromea sobre quién de los dos aportaba más recursos a la familia.



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