viernes, 23 de marzo de 2012

Francia cuestiona su espionaje

El asesino de Toulouse ha muerto. Abatido por un tiro de la policía tras 32 horas de asedio, Mohamed Merah, el joven yihadista de 23 años que puso en jaque a Francia con su cruel cadena de atentados, ha dejado de ser una amenaza. Pero subsisten graves zonas de sombra. ¿Cómo es posible que este terrorista, identificado por su filiación salafista y sus viajes a Pakistán y Afganistán, escapara al control de los servicios de información? ¿Cómo es que nadie supo calibrar su peligrosidad? ¿Podrían haberse evitado los siete muertos que dejó en los atentados cometidos en Toulouse y Montauban? Todas estas preguntas, de momento sin respuesta concluyente, siembran un rastro de inquietud en el país.

El propio ministro de Asuntos Exteriores, Alain Juppé, reconoció a la emisora Europe 1 que “uno pueda preguntarse si ha habido un fallo, es algo que hay que aclarar”. Otros actores políticos planearon ayer sobre la misma cuestión. La líder del Frente Nacional (FN), Marine Le Pen, instó a examinar “si los servicios de información tomaron todas las precauciones” en este caso y el presidente del Movimiento Demócrata (MoDem), François Bayrou, subrayó la necesidad de “corregir” los fallos que haya podido haber. “¿Se podría haber intervenido con más rapidez, teniendo en cuenta que \[Merah\] tenía ya un pedigrí temible?”, inquirió a su vez el ex primer ministro socialista Laurent Fabius.

En el centro de todas estas dudas se encuentran los servicios secretos, reagrupados en la Dirección Central de Información Interior (DCRI), que dirige Bernard Squarcini. Las autoridades se justifican alegando que Mohamed Merah era un “lobo solitario”, con una trayectoria atípica, que experimentó un proceso de radicalización personal y que viajó a Afganistán –en el 2010– y a Pakistán –en el 2011– por su cuenta, al margen de las redes habituales controladas por el espionaje francés. Era, por tanto, difícil de detectar. Argumentan asimismo que, una vez conocidos sus viajes –por los cuales fue interrogado por agentes de la DCRI en noviembre del año pasado–, no hubo ninguna señal que indujera a pensar que pudiera pasar a la acción. El grupo salafista de Toulouse con el que mantenía contacto –al igual que su hermano Abdelkader, detenido el martes–, en fin, no era considerado violento...

Y, sin embargo, hay también otros elementos que podrían haber conducido quizá a tomar mayores precauciones. De entrada, informes de la propia DCRI revelados a principios del 2011 por Le Figaro alertaban ya de la presencia en el 2010 de un grupo de 14 jóvenes franceses –junto a un centenar de europeos– en la zona afgano-pakistaní. Y advertían del riesgo que representaban: “Habiendo vivido en Europa y alimentado a menudo agravios hacia su país de adopción, estos europeos son susceptinles de implicarse en acciones terroristas”.Detectado o no en aquel momento, Mohamed Merah estaba justamente por la misma época en Pakistán... Por si eso no bastara, había también otros factores personales que podrían haber contribuido a desatar la alerta.

Una habitante de Les Izards, el barrio de Toulouse donde crecieron los hermanos Merah, ha revelado en una entrevista publicada por el diario bretón Le Télégramme que en 2010 denunció dos veces a Mohamed Merah ante la policía sin que nunca se le hiciera caso. “La policía lo sabía todo sobre la peligrosidad de ese individuo y su radicalismo”, afirma indignada. La mujer, que guarda su identidad bajo anonimato, explicó que el joven se había llevado un día a su hijo de 15 años a su piso de la Côte Pavée para adoctrinarle. Durante siete horas, Mohamed Merah enseñó al chaval vídeos de Al Qaeda con imágenes de enorme violencia –ejecuciones, degollamientos–. La madre presentó por ello una primera denuncia, lo que provocó una reacción airada del futuro terrorista: al día siguiente Mohamed acudió al barrio, encapuchado y armado con un sable, y al grito de “Alá es grande” amenazó y agredió a la madre, al niño y a su hermana. “No paraba de repetir que era un muyaidín y que moriría como un mártir, que borraría de la Tierra a todos aquellos que mataban a los musulmanes...”, explica.

Si se pudo evitar alguna de las siete muertes causadas en las dos últimas semanas por Mohamed Merah, en todo caso ya es demasiado tarde. Lo prioritario, ahora, es determinar si el joven terrorista actuó solo o no. El fiscal de París, que dirige la investigación, Franóis Molins, señaló que ésta se centra en este momento en tratar de determinar si el yihadista tolosano actuó siguiendo instrucciones de alguien y si contó con ayuda exterior para llevar a cabo su empresa criminal, así como establecer cuál fue el papel de su hermano, Abdelkader, actualmente detenido preventivamente junto a su novia y su madre.

Analistas y criminólogos cuestionaban ayer que Mohamed Merah haya podido actuar completamente solo y sin ninguna ayuda de terceros. El joven terrorista, sin recursos conocidos –vivía, al parecer, de las prestaciones sociales– disponía de un verdadero arsenal y de varios vehículos. Él mismo aseguró a los negociadores de la policía que trataron –en vano– de que se rindiera que había actuado en solitario, aunque siguiendo “instrucciones de Al Qaeda”. Cierto o no, la oportunidad era inmejorable y ayer un grupo autodenominado Jund Al-Khilafah (Soldados del Califa), una facción de Al Qaeda que en el pasado ha actuado en Afganistán y Kazajstán, reivindicó ayer los atentados de Merah.

Con o sin apoyo de Al Qaeda, el yihadista tolosano contaba con utilizar las redes islamistas conectadas a través de internet para difundir sus supuestas hazañas. El fiscal confirmó ayer que la policía halló –siguiendo indicaciones del propio terrorista– la videocámara con la que Mohamed Merah grabó todos sus atentados: el asesinato de un paracaidista en Toulouse, de otros dos militares en Montauban y de cinco personas –un adulto y tres niños de corta edad– en la escuela judía Ozar Hatorah de Toulouse. Xavier Molins señaló que Merah aseguró que el contenido de las grabaciones –que los investigadores han podido ver– aparecería próximamente en internet. Las imágenes son brutalmente explícitas.


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